20 de julio de 2011

ESBOZOS POLICIACO-FRANQUISTAS

ETAPAS DURAS
Por Miguel Leal Cruz

Ya hemos aludido a una de las Leyes impuestas por el régimen del general Franco que con más contundencia fue aplicada (sin miramiento alguno) entre los súbditos españoles del momento (que osaran o pretendieran vulnerar la normativa impuesta): La Ley de Peligrosidad Social (derivada de la llamada de Vagos y Maleantes, como se ha dicho) Mas, el temor a esta ley era mínimo (asimilada a un niño de pecho, decían) si comparamos con el Decreto-Ley surgido a iniciativa del mismo general en Burgos, el 13 de septiembre de 1936, que declaraba ilegales a todos los partidos políticos, agrupaciones sociales y demás organizaciones que integraban el Frente Popular. Esta represiva norma fue reforzada en 1939 con la llamada Ley de Responsabilidades Políticas, que daría a la jurisdicción militar específica amplios poderes para juzgar a aquellos más comprometidos con el bando republicano (legal) que se opusieron con responsabilidades de mando al llamado Nacional. De aquí surgiría el Tribunal de Orden Público (TOP) modificada en 1963 y en vigor como instrumento represivo hasta el año 1976 para ser paulatinamente desmantelado a lo largo de los primeros momentos de la transición política (pero cuyas normas y costumbres permanecieron en algunos lugares, ocurría con las preceptivas firmas de amnistiados en las Comisarías por motivos políticos hasta bien entrado 1977)

De esta última etapa recordamos con destino en la Ciudad Condal, cómo cualquier motivo (que supusiera una sospecha de ser un acto anti-régimen) era suficiente para que la Brigada Político Social (BIS) se pusiera en funcionamiento inmediato, ya fueran cantantes, profesores, artistas o estudiantes. Como integrante de la misma (por poco tiempo) se apreció cómo el llamado Grupo Séptimo interrogaba a una estudiante que apenas llegaba a 16 años (menor de edad penal) sin tortura física aparente, para que dijera quién o quiénes había arrojado octavillas de “propaganda ilegal” en la Plaza de la Universidad y proximidades. Como quiera que la misma no decía nada (además era norma entre estudiantes en similar situación), la colocaron sobre una silla de pie y la dijeron que así permanecería hasta que “hablara”. Al principio lo tomó con calma pero a medida que pasaban las horas tornó en disgusto para convertirse en auténtica tortura. Como maestro de escuela que fuimos no logré soportar aquello y no pude por menos que marchar del lugar totalmente conmovido (y desilusionado).

Pocos días después desde dicha Brigada los mandos de dicho Grupo apremiaban (a la hora de salida) para subir al interior de una gran y lujosa “limusine” americana de color negro con la misión de ir a “detener comunistas”, cuya “célula” había sido detectada y denunciada por un confidente en un sector de la ciudad. Dije a uno de los jefes de la brigada, llamado un tal Nene (pro régimen hasta la médula que tenía una bala alojada cerca del corazón, herencia de la guerra “incivil”, pero permaneciendo vivo hasta aquel momento) que no podía ir porque esperaba mi novia afuera en el coche estacionado sobre la acera. A los pocos días fui relevado de la Brigada (no habían transcurrido tres meses) sin que se me dijera la causa, pero sí me causó cierta alegría que recordamos transmitía a otro que también había sido rebotado por “tibio”, decían. Más tarde superada la transición me alegraría aún más…, pero…

En la universidad sita en Pedralbes, estaba matriculado en Filosofía por aquellas fechas (me daba clases Julían Marías padre y un tal Palomeque Torres , este último caído en desgracia porque los estudiantes le descubrieron determinadas actuaciones políticas anti catalanas en su próximo pasado) presenciamos como dos policías del llamado Grupo de estudiantes, eran reconocidos como tales en la barra del bar universitario, a los que llamaron “cabrones fascistas”. Lograron huir, pero rodeados uno de ellos disparó al techo con su arma reglamentaria y así evitó el linchamiento hasta la llegada de refuerzos (estacionados siempre en lugar próximo) requeridos por alguien. Los mismos habían estado momentos antes en una asamblea ilegal celebrada en una de las aulas para, en consecuencia, informar a la Superioridad en la citada Brigada política. En la Central de la Avenida de José Antonio, otros dos estuvieron a punto de ser aplastados por un gran y pesado banco de madera arrojado por estudiantes díscolos desde la segunda planta hasta el patio dónde aquellos se encontraban (cientos de anécdotas universitarias que trataré de plasmar en una determinada edición)

Sin embargo, hallándonos en la Comisaría del distrito Sur, como jefe del servicio teníamos que “hacer desaparecer” cientos de banderas rojas (pegadas a un palo c/u) intervenidas en una manifestación, y como no era tarea fácil dejamos gran parte de las mismas en los puntos de recogida de basura próximos. A los pocos días comenzaron a aparecer por El Paralelo y aledaños jóvenes (de ambos sexos) vestidos con camisas o blusas rojas cuya similitud con la tela de las banderas (en la tierra de la industria textil) era para sospechar por que no era precisamente el color que más furor hacían en la época, pero…

En otra de las numerosas manifestaciones anti-régimen recordamos (por cierto se fijaba la hora por panfletos repartidos en los barrios obreros y en poco más de quince minutos, una determinada calle vacía (elegida) se llenaba totalmente de “elementos disidentes”, con desafío a las fuerzas de Orden Público (Policía Armada a pie) pero apoyada por fuerzas motorizadas y muchos “policías secretas”, cómo el conductor del vehículo en que íbamos fue rodeado siendo necesario hacer uso de armas reglamentarias con tiros al aire, pero el citado conductor, en un despiste, fue golpeado con el pesado teléfono del propio vehículo policial a donde unos manifestantes habían logrado llegar (con las manos). Intentó disparar a bulto siendo evitado por otro componente de la patrulla (pero que si llega a hacerlo no pasaba nada en aquellos tiempos). Si bien hacemos constar que unos veinte o treinta Policías armados con porras, gases, escudos y otras armas, lograban dominar y doblegar a más de mil quinientas personas (casi siempre), con cientos de detenidos.

Pero más llamativo resultó el incidente habido durante una manifestación (autorizada) ¡¡de policías!! por la Vía Layetana barcelonesa, convocada como consecuencia del asesinato de otro policía en Madrid durante el Primero de mayo de 1973. A esta manifestación se sumó toda clase de elementos adictos, franquistas y asimilados (requetés, falangistas, somatenes y otros) que aprovecharon la ocasión para demandar aumento salarial (que sí surtió auténtico efecto). Transcurría sin novedad por la citada calle hasta Correos cuando un despistado se coló en la misma preguntando sí aquello era anti régimen, de ORT, comunista o de la CNT. Recibió tal cantidad de golpes, patadas y palos (con porra metálica americana de bolsillo) que aún se ignora como pudo salir vivo de allí “el rojo y atrevido elemento” como se decía.

Recordamos que no fue detenido él mismo porque aquello más bien causaría risa en el juzgado correspondiente del TOP (a pesar de la nefasta seriedad que implicaba dicho tribunal)

*La Gaceta-El Mundo, dic. 2006

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