28 de marzo de 2012

Primer Capítulo del próximo libro "REVOLUCIÓN CUBANA Y PRENSA (1959-1962) TRES AÑOS DECISIVOS"

Próximo libro de D. Miguel Leal Cruz
REVOLUCIÓN CUBANA Y PRENSA
(1959-1962)
TRES AÑOS DECISIVOS

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REVOLUCIÓN CUBANA Y PRENSA
(1959-1962)
TRES AÑOS DECISIVOS
Por MIGUEL LEAL CRUZ


LA REVOLUCIÓN CUBANA (1959-1962): AÑOS DECISIVOS
EL GOBIERNO REVOLUCIONARIO: MEDIDAS PROVISIONALES.

Capítulo I
EL PROCESO REVOLUCIONARIO PREPARA SU CONSOLIDACIÓN.
1.1. Fidel inicia el periodo revolucionario
El 23 de diciembre, tras el “dificultoso” y fatal desenlace para muchos de los expedicionarios del Granma, nada más desembarcar en la Playa de las Coloradas junto al líder, éste había congregados sólo a 20 de los expedicionarios. A los mismos se habían sumado algunos campesinos de la zona, según fuentes cubanas imbuidos en auténtico espíritu revolucionario con ánimo y decisión para emprender la lucha de guerrillas en las montañas próximas que tanto protagonismo habían desempeñado, como lugar de resistencia, en otros hitos de la pasada historia cubana.

Con la misión de establecer contactos con el M26J ya en el denominado “llano”, Fidel Castro encomendó al expedicionario Faustino Pérez Hernández la difícil tarea de contactar con Frank País y demás miembros del Movimiento en Santiago de Cuba. Al mismo tiempo era encargado de dar la noticia de la supervivencia del grupo, especialmente la de Fidel Castro dado por muerto en la prensa y otros medios interesados gubernamentales próximos a Batista. La historiografía revolucionaria da todo tipo de detalles de carácter, al parecer, epopéyico [1].

Por aquellas fechas, el gobierno cubano continuaba anunciando, por todos los medios informativos de la época, el bulo de la desaparición de Fidel; al mismo tiempo que intensificaba la represión “policiaca” en Oriente. En los días de celebración de las tradicionales fiestas navideñas, miembros del ejército cometieron horrendos crímenes fundamentalmente en la zona de Nicaro y Holguín, donde resultan muertos unos 26 jóvenes simpatizantes del “M26J”, por cuyos hechos a estas navidades se les llamó Pascuas Sangrientas[2]. El recrudecimiento del terror institucional iba paralelo al auge de la lucha clandestina[3]. Aspecto este común a cualquiera de los regímenes cubanos cuando fueron objeto de “desgaste” por grupos no afectos…

El presidente Batista, en pocos días y a propuesta norteamericana, compró en los Estados Unidos varios aviones artillados y otro tipo de armamento moderno para mejorar la capacidad de combate de su ejército, cuyas existencias fueron servidas prontamente, pues los intereses americanos podían estar en juego con “aquellas aventuras revolucionarias”.

Mientras tanto el grupo guerrillero continuaba en alza y fortaleciéndose en lo alto de la Sierra Maestra, dispuestos a demostrar su existencia con los medios bélicos de que los mismos disponían. El día 17 de enero los guerrilleros se dispusieron a atacar el pequeño cuartel de La Plata tras el intenso acoso a sus defensores; mas, estos decidieron rendirse, siéndoles ocupado todo el armamento, vituallas y demás. Según las fuentes, resultaron muertos dos soldados del ejército de Batista, cinco heridos, tres de ellos muy graves que fallecieron posteriormente, mientras que los revolucionarios no sufrieron ninguna baja. Los guerrilleros ocuparon ocho fusiles Springfield con 1000 cartuchos y una “subametralladora” (sic) Thompson con 150 cartuchos, además de ropa, mochilas, cananas y otros implementos de campaña de gran utilidad para la subsistencia del grupo guerrillero…

Esta situación producía nefasto efecto económico para los inversionistas amigos de Batista y, en consecuencia, dicho acontecimiento obligó al presidente cubano a reconocer la existencia del comando revolucionario armado por lo que decidió enviar nuevas tropas en persecución de los rebeldes con objeto de terminar con la "leyenda" que suscitaban, perjudicial para intereses estatales por su amplia difusión en la prensa del momento.

El 22 del mismo mes, en Arroyo del Infierno, se produjo un nuevo enfrentamiento [4] con tropas gubernamentales mandadas por un oficial desaprensivo, Sánchez Mosquera, cuya presencia contribuyó, según dejó escrito Che Guevara[5], a realizar (sic) la moral combativa de la guerrilla. La característica fundamental de nuestra tropa, en todo el período que va  desde el desembarco y la inmediata derrota de Alegría del Pío hasta el combate de Uvero, es la existencia de un solo grupo guerrillero dirigido por Fidel Castro, y en constante movilidad que podríamos llamar fase nómada…

1.2. Resistencia en Sierra Maestra

Los primeros meses del año 1957, fueron de fuerte afianzamiento para el grupo, en todos los sentidos ya que el 15 de febrero subieron a la Sierra, para reunirse con Fidel y coordinar las acciones emprendidas, los principales jefes del M26J establecidos en las principales ciudades de la provincia de Oriente: Frank País, Armando Hart, Faustino Pérez, Celia Sánchez, Haydeé Santamaría y Vila Espín. Faustino Pérez fue el organizador de la entrevista periodística a Fidel Castro llevada a cabo por el redactor del rotativo americano New York Times, Herbert Matews, quien subió a la Sierra con Faustino Pérez. Este periodista dio a conocer[6], más tarde a todo el mundo en su periódico y en el Paris Mach, las extensas manifestaciones revolucionarias del líder cubano, en magnífico reportaje acompañado de fotos de los principales revolucionarios encabezados por Fidel Castro, al tiempo que ponía en ridículo al general Batista que persistía en asegurar la muerte de Fidel Castro. Se ha de considerar que esta entrevista causó tal efecto en el presidente Eisenhower, quien no era ajeno a la misma decidió, desde este momento, retirar parcialmente su apoyo moral y especialmente armamentístico al presidente Batista[7] en decisión mal calculada que causará la caída del régimen…

En consecuencia, Frank País engrosará la guerrilla enviando a la Sierra cincuenta hombres más, voluntarios, aunque parece no todos tenían armamento “de fuego”, pero sí voluntad moral. La lucha armada revolucionaria se desarrollaba con intensidad no sólo en las montañas, sino también en las ciudades donde se llevaba a cabo por comandos urbanos del M26J auxiliados por miembros voluntarios del Directorio Revolucionario. Entre sus principales objetivos se hallaba: efectuar sabotajes contra medios de transporte y comunicaciones, recaudar fondos para la lucha insurreccional, acopiar medicinas para los guerrilleros de Sierra Maestra, distribuir propaganda y reclutar voluntarios para las montañas.

Entre los actos más sobresalientes llevados a cabo por estas juventudes del Directorio, acordado en citado Pacto de Méjico, se hallaba el mencionado proyecto de asalto al Palacio Presidencial y así provocar el derrocamiento de Batista, en principio coincidente con la misma fecha en que llegarían desde México los expedicionarios del yate Granma a las costas de Oriente, operación que resultó fracasada; la referida acción se llevó a cabo el 13 de marzo de 1957 para lo que se acordaron tres objetivos a seguir: Asalto al Palacio bajo la dirección de Carlos Gutiérrez Menoyo y Faure Chomón, con 50 voluntarios, cuya misión sería apresar o dar muerte al dictador; José Antonio Echevarria, con 20 hombres, asaltaría y tomaría la emisora Radio Reloj para dar a conocer la noticia al pueblo cubano y, finalizada la operación, el Directorio Revolucionario se establecería en la ciudad universitaria para dirigir desde allí la situación.

A las tres de la tarde de dicho día se puso en marcha el plan acordado, cuya acción se llevaría a cabo con la mayor sorpresa, si bien no tuvo el éxito esperado al fallar uno de los grupos que debían apoyar el acceso al Palacio. La situación de los atacantes llegó a ser insostenible por lo que decidieron optar por la retirada cuando ya habían caído bajo las balas de la guardia varios jóvenes revolucionarios. Entre ellos se encontraban el dirigente Carlos Gutiérrez Menoyo, que resultó ileso, y un descendiente de isleños, hijo del periodista afincado en Cuba desde la época española, Luis Felipe Gómez Wangüemert. Como se apunta en otro momento era natural de la Isla de La Palma, Santa Cruz de Tenerife, Canarias, de ideas progresistas, incluso republicanas. Uno de sus hijos, Luis Gómez Wangüemert, cayó herido de muerte en este glorioso acto, junto a otros defensores de mismos ideales para con su patria cubana.

Considerando que la primera parte del plan había sido un rotundo éxito, José Antonio Echevarría, sumamente emocionado, anunciaba por Radio Reloj a todo el pueblo cubano, la presumible caída del dictador en documento sonoro, que aún existe. Al dirigirse[8], según lo acordado, hasta el recinto universitario, el auto en que viajaba fue interceptado por la Policía y, aunque se entabló un tiroteo por ambas partes, fue abatido a balazos este importante líder del Directorio Revolucionario.

José Antonio Echevarría fue uno de los más destacados jóvenes con espíritu de justicia plena, imbuido por ideas marxistas. Su pensamiento político era radical y antiamericano, y como máximo dirigente estudiantil universitario desplegó una amplia labor por convertir la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) en una referencia revolucionaria de vanguardia. La operación contaba con suficientes elementos para lograr el propósito emprendido. Pero, según la historiografía cubana, las intrigas a espaldas de Echevarría, que tuvieron lugar entre elementos del Directorio como Faure Chaumón y el llamado Fructuoso, desanimó la intervención de otras fuerzas con las que ya contaban previo acuerdo con sus jefes organizativos. Por todo ello, líderes destacados como Rodríguez Milián, Sánchez White y Osvaldo Révola, quedarían “fuera” y en grave perjuicio de la acción acordada[9].

El ataque al Palacio, a pesar de no haber tenido el éxito esperado, constituyó otro fuerte golpe al régimen de Batista, toda vez que la prensa y los demás medios de comunicación de la época se hicieron eco ampliamente. Como respuesta una ola de terror fue desatada por las autoridades gubernamentales cubanas contra los conocidos estudiantes responsables de los hechos, muchos de los cuales fueron muertos en encuentros buscados por la policía, como el ocurrido en un apartamento habanero del barrio del Vedado, mientras otros lograron huir como Faure Chomón. Aunque los asaltantes llegaron hasta la tercera planta del Palacio, no pudieron ejecutar (sic) al tirano, ya que logró huir al parecer por una escalera secreta interior que partía desde su mismo despacho[10]. Cierta prensa cubana menciona su puro-habano aún humeante, incluso la taza de café que dejó tras su precipitada huída.

El 23 de abril de 1957, otro periodista norteamericano realizó esta vez un reportaje filmado, junto a los guerrilleros de Fidel en lo alto del monte Turquino, que fue ampliamente difundido por todo el mundo a instigación de medios americanos, y en consecuencia aumentará la fama de estos revolucionarios[11]. En breve, este grupo idealista, arriesgado e intrépido, recibirán todo tipo de apoyo, entre ellos un cargamento de armas, el día 18 de mayo, que mejoró considerablemente su situación defensiva y la seguridad personal de los mismos en su imparable objetivo.

Desde las enseñanzas legadas por los mambises, los revolucionarios sabían que la acción guerrillera combativa como táctica heredada de España, iba a tener éxito y su fama ya desbordaba las propias fronteras de Cuba. Por la costa norte de Oriente se había producido el desembarco de una expedición que había partido desde territorio norteamericano a bordo del yate Corinthia. Había sido organizada y financiada por el ex presidente cubano Prío Socarrás. El desembarco, al mando de un cubano exiliado Calixto Sánchez, se había efectuado por la bahía de Cabonico, Holguín, fue un total fracaso al ser conocida su llegada por fuerzas gubernamentales cubanas. Sin embargo, confiando en el éxito de la operación Fidel aceleró los preparativos para el asalto al cuartel de Uvero, para atraer a las fuerzas destinadas en la región de Oriente, que convergerían en torno a esta acción. El combate duró unas tres horas con la rendición de los militares del acuartelamiento, si bien hubo varios muertos y heridos por ambas partes. Las armas requisadas tuvieron una importancia decisiva en el fortalecimiento efectivo de los guerrilleros que les daba la posibilidad de emprender nuevas acciones.[12] Fidel dijo: “... cuando aprendimos a quitarle las armas al enemigo, habíamos aprendido a hacer la Revolución... habíamos aprendido a ser invencibles...”

La región de Oriente, como tantas otras gestas cubanas, se convertiría una vez más en la referencia de liberación para Cuba. De hecho esta región asumió, a fines de 1956 y a principios de 1957, la autoridad política y revolucionaria semejante a la usada en los tiempos de la guerra de liberación de 1868. Santiago de Cuba y la Sierra Maestra se convertirían en la referencia revolucionaria. La efervescencia política de esta región oriental, después de los grandes acontecimientos que en ella tuvieron lugar en la época colonial, adquirió caracteres ideológicamente profundos y radicalmente revolucionarios[13].

Aunque la lucha contra Batista se extendió pronto a todo el país, lugar de honor merece, una vez más, la ciudad de Santiago, verdadero foco de la acción revolucionaria, puesto que desde allí actuaban Frank País, Vilma Espín, Armando Hart o Haydeé Santamaría.

En los primeros meses de 1957, en nombre de la Dirección del Movimiento 26 de Julio, cuyo representante máximo era Frank País, se procuró el acercamiento hacia el Partido Socialista Popular con objeto de aunar esfuerzos. Armando Hart Dávalos en representación del M26J, sostiene una amplia conversación con Carlos Rafael Rodríguez, representante del PSP, con dicho objetivo.

Alberto Fernández Montes de Oca y su familia, isleños, fueron otro magnífico ejemplo de resistencia contra la opresión batistiana. Descendientes de canarios, Alberto fue el quinto hijo del matrimonio formado por Ezequiel Fernández García, natural de La Palma, en las Islas Canarias, y la cubana Juana Montes de Oca. En su juventud Alberto, que era conocido por Pachungo, ingresó en la Escuela Normal de Santiago de Cuba donde entabló amistad con dos jóvenes cubanos que marcarían profundamente su vida revolucionaria: Frank País y Pepito Tey, a los que se unió en las luchas estudiantiles contra el golpe de estado propiciado por Batista[14], en 1952.

Se plasman aspectos vivenciales, con documentos personales, obtenidos en Florida, en el municipio de Camagüey, entre allegados, y que son considerados testimonios del proceso revolucionario en sus mismos inicios, en otros muchos recabados través de personales manifestaciones al autor, así como los obtenidos desde documentos de la Casa Canaria, La Habana, C/ Montserrate, 3. Las fotos que siguen, propiedad, son testimonio de lo aludido…

En acciones revolucionarias, durante aquellos años, Alberto es detenido y acusado de sabotaje y posesión de armas de fuego. Su familia logra liberarlo, pero ha de marchar al exilio en marzo de 1957 por su propia seguridad personal. Regresa a Cuba al siguiente año y manifiesta: en una misión para el comandante Ernesto Che Guevara en las montañas de Escambray, Las Villas, y luego en el llano, se incorpora plenamente a la lucha guerrillera en las tropas del “Ché” terminando el periodo revolucionario bélico con el grado de capitán. Murió en Bolivia formando parte de la guerrilla de Che Guevara...

En junio de 1957, constatamos la presencia de otro descendiente de canarios en las huestes del propio Fidel Castro, también originario de "isleños o canarios” como hemos apuntado, cuando aún permanecía en la Sierra Maestra. Nos referimos a Manuel Hernández Osorio, apodado precisamente “El isleño”, con un papel destacado en la historia revolucionaria cubana, según fuentes consultadas por el investigador, también canario, Ramiro García Medina[15], citado, quien nos dice: El dos de junio de 1957, se integró en el Ejército Rebelde, quien al año de su ingreso, fue ascendido a teniente, después de participar en varios combates. Che Guevara lo eligió para formar parte de la Columna Invasora a las provincias occidentales, en dirección a La Habana. Durante la travesía por los llanos de Camagüey, Hernández Osorio recibió el grado de capitán y resulta designado como jefe del pelotón de vanguardia del contingente invasor. Después del triunfo revolucionario ocupó diversos cargos militares. Muere también en Bolivia como integrante de la guerrilla del Che Guevara...  (Textual)

A mediados de 1957 las fuerzas gubernamentales y los servicios secretos oficiales intensifican la persecución en torno a los cabecillas revolucionarios en especial sobre Frank País, máximo responsable del M26J, por el peligro que significaban para el régimen. El 30 de julio, Frank se encontraba en la casa de otro revolucionario, Raúl Pujols, cuando la policía estableció un cerco a la barriada. Al intentar escapar fue reconocido por un delator y detenido por los policías junto al revolucionario Pujols. Trasladados en un jeep policial fueron posteriormente maltratados y muertos en la misma calle para así evitar los requisitos legales de presentación ante las autoridades judiciales. La prensa cubana mostró fotos del cadáver en posición decúbito supino con el arma entre los dedos de la mano derecha.

El cuerpo del heroico revolucionario fue reclamado por su madre y vestido con uniforme verde oliva (color éste representativo del nuevo Ejército Revolucionario), y cubierto con la bandera cubana su féretro fue paseado por algunas calles de Santiago[16]. A despecho del régimen el entierro fue una importante muestra de duelo popular, con lo cual se demostraba que gran parte del pueblo apoyaba al Movimiento revolucionario y mostraba su desprecio al gobierno de Batista. Una vez transcurridas las honras fúnebres en Santiago y en todo Oriente,  se desencadenó un importante movimiento huelguístico que trataba de extenderse a la capital cubana, sin conseguirlo en esta ocasión por la dureza represiva de las fuerzas de Batista, que lo impidieron.

La situación insurreccional se extendía hacia otras ciudades de la Isla, llevándose a cabo actos de indudable heroicidad que tenían lugar en algunos sectores del seno del mismo Ejército Cubano. Es el caso de la sublevación de Cienfuegos el 5 de septiembre de 1957, por la que un grupo de conspiradores de la Marina de Guerra, en connivencia con miembros del M26J, produjeron un importante levantamiento popular difícilmente abortado. Aunque la Dirección del Movimiento había establecido los suficientes contactos para producir el levantamiento con apoyo de las fuerzas navales, sin embargo, algunas no decidieron sumarse en aquellos momentos, dejando en solitario a las de Cienfuegos. Los marineros comprometidos habían desencadenado las acordadas acciones una vez iniciadas las del Destacamento Naval de Cayo Loco, extendiéndose la operación hasta la toma de puestos claves de la ciudad. Como apunta el historiador cubano Dr. Cantón[17], profundo conocedor de este proceso: una vez fijada la fecha de la sublevación – 5 de septiembre -, fue pospuesta por una decisión revolucionaria desde La Habana. Sin embargo, como queda dicho, los sublevados tomaron la base de Cayo Loco, distribuyendo armas entre el pueblo e iniciaron, con aparente éxito, la toma de la ciudad. Pero al no cumplirse el plan acordado y por falta de coordinación entre los sublevados, Batista pudo dominar fácilmente la situación.

La heroica acción, según Cantón Navarro, costó la vida a cerca de 50 revolucionarios, marinos en su mayoría, muchos de los cuales fallecerían después de ocurridos los hechos.

A esta lucha se sumó gran parte del pueblo de Cienfuegos, con cuya ayuda fue tomada la ciudad porteña por los revolucionarios. Aunque los sublevados lucharon heroicamente, la aviación gubernamental y los refuerzos enviados desde bases militares próximas fueron determinantes para que la acción fuera abatida. El jefe militar de los rebeldes, el oficial de Marina Dionisio San Román, fue capturado y al parecer pasado por las armas sin juicio previo.

Sin embargo, el levantamiento de Cienfuegos demostró que el Movimiento revolucionario no sólo era capaz de dominar una ciudad, sino que los pobladores de esa misma ciudad apoyaban estas acciones, apreciándose también que la unidad de las fuerzas armadas cubanas, no eran tan monolíticas como propugnaba la propaganda oficial.[18]

Tras los sucesos del 30 de noviembre, surgió en Santiago de Cuba el proyecto para organizar nacionalmente el Movimiento de Resistencia Cívica. Recibió el apoyo de amplios sectores profesionales de capas medias de la sociedad y de la gran masa compuesta por obreros y empleados, más progresistas, bajo la dirección del M26J. Tuvo pleno éxito y con posterioridad se extendió a la misma capital cubana.

El MRC actuaba de modo totalmente diferente al de otras instituciones y organismos profesionales que formaban parte de lo que se llamaría “sociedad civil prerrevolucionaria”. La idea que se puso en práctica en Santiago, era de carácter mucho más profundo porque se trataba de una organización de masas que servía de lucha a la lucha clandestina con máxima expresión en lo alto de Sierra Maestra, constituyendo, además, el brazo ideológico básico del M26J a través de núcleos de cooperación para distintos fines. Más tarde se extendería a todo el país y contó con el apoyo de importantes sectores de la burguesía y de las capas profesionales, en especial las de Santiago de Cuba, que disponían de un marcado carácter patriótico desde otras épocas.

Casi todos los integrantes de la Resistencia Cívica se incorporaron al M26J, posteriormente, pero por razones de clase, algunos abandonaron el proyecto a medida que avanzaba el proceso revolucionario cubano, con cuyos postulados no comulgaban totalmente.

Ante el auge que suscitaban las actuaciones de este movimiento revolucionario en varias ciudades, los cuerpos policiales trataban de ahogarlos a través de una hábil acción informativa y represora, cuyos resultados ante el incremento notable y la solidaridad existente entre los grupos, que se protegían recíprocamente, no producían nunca el efecto deseado. Después de las acciones llevadas a cabo el 13 de marzo, se desató una fuerte persecución policial en la Habana y otras importantes ciudades contra los miembros del Directorio Revolucionario y del Movimiento de Resistencia Cívica, hecho extensivo contra cualquier cubano que resultara “en actitud de presumible autoría delictiva” o “simplemente sospechoso” de colaboración con dichas fuerzas.

1.4. Disidencia en Miami. Aproximación estratégica.

Para fines del año 1957 la opinión pública de Cuba, recogida en algunos medios escritos, también parecía coincidente con el contenido de los principales periódicos del mundo. No obstante, se creía contraproducente la creación en Miami, de la llamada Junta de Liberación también conocida como pacto de Miami, creada por elementos del exilio aprovechando la excelente coyuntura creada por las huestes de M26J en Cuba. Estaba formada por elementos salidos de los partidos: Ortodoxo, Auténticos, Directorio Revolucionario, estudiantes y otros supuestamente vinculados al M26J, basado en la pretendida aprobación de Fidel Castro desde sus posiciones en Sierra Maestra. Parece ser que aquella junta de Miami fue organizada sin la aprobación expresa de la dirección del Movimiento revolucionario, cuya pretensión era formar una junta de gobierno ante la presumible caída del régimen de Fulgencio Batista[19].

Las bases de aquella pretendida unidad fueron conocidas por Fidel Castro, al igual que por el pueblo cubano, a través de la prensa cubana y extranjera que publicaba dichos acuerdos.

Con fecha 26 de octubre, la Dirección nacional del Movimiento revolucionario envió una carta de réplica a los que habían firmado el Pacto de Miami en no autorizada representación del M26J, con el objeto de desmentirla. A tal efecto se decidió que la formulación pública de la denuncia la haría Fidel Castro personalmente[20].

Como contrapartida surgió la decisión del M26J para contactar con el Magistrado de la Audiencia de Oriente, Manuel Urrutia Lleó, conocido por sus causas a favor de la honestidad y justicia, con objeto de proponerlo como Presidente de la República a la caída del general Batista, en un gobierno de transición hasta la celebración de unas elecciones generales. Tal decisión que partió de la dirección del Movimiento en la zona del Llano, fue llevada hasta la Sierra Maestra donde Fidel Castro la analizó con detalle, al igual que el contenido acordado por los firmantes del llamado Pacto de Miami. La proposición efectuada a Urrutia, fue aceptada por unanimidad de los componentes del grupo liderado por Fidel Castro, entre los que se encontraba su hermano Raúl y Ernesto Guevara. El 14 de diciembre de 1957 su redacción y aceptación se hizo pública a través de medios afines, en un documento conocido como Manifiesto a la Nación, del que extraemos, por su interés, algunos aspectos de tan importante documento revolucionario[21]: En las condiciones de nuestras luchas las comunicaciones son difíciles. A pesar de todo, ha sido preciso reunir en plena campaña a los líderes de nuestra organización para atender este asunto, donde no sólo el prestigio, sino incluso, la razón histórica del 26 de Julio, se han puesto en juego.

El líder, Fidel Castro Ruz, exhorta: Para quiénes están luchando contra un enemigo incomparablemente superior en número y armas, y que no ha tenido, durante un año entero, otro sostén que la dignidad con la que se debe combatir por una causa a la que se ama con sinceridad y la convicción de que vale la pena morir por ella, en el  amargo olvido de otros compatriotas, que habiendo tenido todos los medios para hacerlo, le han negado sistemáticamente, por no decir criminalmente, toda ayuda; y han visto tan de cerca el sacrificio diario en su forma más pura y desinteresada, y han sentido tantas veces el dolor de ver caer a los mejores compañeros cuando no se sabe cuál de los que están a nuestro lado van a caer en nuevos e inevitables holocaustos, sin ver siquiera el día del triunfo que con tanto tesón están labrando, sin otra aspiración ni consuelo que la esperanza de que sus sacrificios no serán en vano, forzoso es comprender que la noticia de un pacto, amplia e intencionalmente divulgado, que compromete a la conducta futura del Movimiento, sin que hayan tenido siquiera la delicadeza, si no ya la obligación elemental, de consultar a sus dirigentes y combatientes, tiene que resultar altamente hiriente e indignante para todos nosotros. El proceder de manera incorrecta trae siempre las peores consecuencias. Y esto es algo que deberían tener muy presente quienes se consideren aptos para empresa tan ardua como derrocar una tiranía y, lo que es más difícil aún, lograr el reordenamiento del país después de un proceso revolucionario.

El Movimiento 26 de Julio no designó ni autorizó a ninguna delegación para discutir dichas negociaciones. Empero, no había tenido inconveniente en designarla si se le consulta sobre dicha iniciativa y se habría preocupado de darles instrucciones muy concretas a sus representantes por tratarse de algo tan serio para las actividades presentes y futuras de nuestra organización...  (Textual)

Pero, mientras en el cómodo refugio de Miami, algunos se dedicaban a estructurar el presumible gobierno provisional en proyecto, los revolucionarios avanzaban en la lucha. Los meses finales de 1857 y principios de 1958 fueron de consolidación definitiva de la guerrilla en Sierra Maestra y de victorias consecutivas para el ya acuñado Ejército Rebelde, que se nutría de la sabia del campesinado de las montañas a los que seguirían otros en constante aumento, muchos provenientes de las ciudades del Llano[22].

En el territorio que dominaba totalmente el Ejército Rebelde, se iba creando una infraestructura de campaña suficiente para las necesidades de los pequeños pero efectivos grupos de combatientes. Se creó una herrería, una armería, una panadería, escuelas y hospitales de campaña, donde no sólo se atendían las necesidades propias, sino también a los campesinos de toda la región circundante. Uno de los aspectos que reclamó el interés de Fidel Castro y de sus colaboradores principales, fue la divulgación revolucionaria[23].

Bajo la responsabilidad del Che. Comenzó a editarse el periódico que se llamó El Cubano Libre, y en febrero de 1958 se instituyó una emisora de onda corta que se llamaría Radio Rebelde. Fueron eficaces medios de divulgación que sirvieron para informar al pueblo los “aconteceres” (sic) diarios del avance del proceso de conquista revolucionaria y los triunfos guerrilleros, emitiendo incluso cuando la base de asentamiento era atacada por soldados de Batista, toda vez que el equipo técnico, de alta potencia, resultaba fácilmente transportable.

A fines de 1957 el Movimiento comenzó a destacar comandos de guerrilleros en la Sierra de Scambray, en la provincia de las Villas, como una avanzada de la guerra revolucionaria contra las fuerzas de Batista y que ya tenía lugar sin tapujos. Estaban dirigidos unos por el M16J y otros por el Directorio Revolucionario, al que como consecuencia de la acción llevada a cabo contra el palacio Presidencial, pasó a llamarse “Directorio Revolucionario 13 de Marzo”, encabezados, estos últimos, por “el comandante”, Eloy Gutiérrez Menoyo, que más tarde resultaría desafecto al Movimiento (hoy otro hombre clave, entre otros, para la transición política en Cuba), y por tanto perseguido por Fidel. Estos grupos guerrilleros formarían columnas independientes dirigidas por “el comandante” Faure Chomón que había desembarcado con una expedición debidamente armada por la playa de Santa Rita - Camagüey - en el mes de febrero de 1958, que sustituye a Gutiérrez Menoyo.

Por otra parte, poco antes, había comenzado a operar en el municipio de Yaguajay, al norte de la provincia de Las Villas, un grupo guerrillero dirigido por el comunista Félix Torres y formado fundamentalmente por militantes del Partido Socialista Popular (PSP), que se había sumado a la inquietud revolucionaria general.

Como hemos señalado anteriormente, a principios de marzo de 1958, por orden expresa de Fidel Castro, partieron de la Sierra Maestra las columnas guerrilleras nominadas 6 y 3 al mando de los “comandantes” Raúl Castro y Juan Almeida, respectivamente, con el propósito de abrir nuevos frentes de guerra en la antigua provincia de Oriente. Ambas columnas iniciaron un largo recorrido hacia el este y al llegar al pueblo de San Lorenzo, se separaron. Raúl Castro emprendió la marcha por el nordeste de la provincia, y tras un fatigoso avance en el que estuvieron hostigados por los continuos bombardeos de la aviación de Batista, llegaron el 11 de marzo al lugar conocido por Piloto del Medio, al norte de la población de San Luis.

Allí se formalizó otra columna a la que se dio el nombre del héroe caído: Frank País, que con la afluencia de numerosos voluntarios se constituyó al poco tiempo  en un amplio frente que controlaba un gran territorio que se extendía hasta Mayaría y Guantánamo, es decir, casi la mitad de la antigua provincia oriental.

Raúl Castro creó una infraestructura eficiente para dirigir la vida civil y militar, desde la sede más importante o Comandancia Central dirigida por el mismo como jefe supremo del frente. Las tropas estaban divididas en seis columnas guerrilleras que operaban en diferentes zonas con la máxima efectividad y disciplina, llegando a disponer de una pequeña fuerza aérea, constituida por doce aparatos y un aeródromo requisados[24].

Según nos apunta Ramiro García Medina, de estas fuerzas dependían diferentes departamentos para el mejor desarrollo y eficacia de la campaña bélica cada vez más generalizada y con mayor número de adeptos.

A estos efectos, María Andalia García González, de 71 años en 1999, hija de isleños procedentes de la Isla de Tenerife, nos dice: ...Esta zona de lo que fue Oriente, era y es muy revolucionaria. No muy lejos de nosotros está la Sierra Cristal y la familia de Fidel y Raúl Castro, es muy conocida por acá, ya que Birán, donde nacieron y se criaron, tampoco está lejos. Mi esposo- ya fallecido - y algunos de sus hermanos conocieron y tenían amistad con “el gallego” Angel Castro, padre de ambos. Cuando Raúl fundó el llamado II Frente, por estos lugares, se alzaron con su tropa muchos conocidos de Cueto, Mejías, San Germán, etc. Con el avance de la guerra, ya a mediados de 1958, grupos de guerrilleros estaban muy cercanos a Mejías, donde vivo. Para varias familias de aquí, era muy normal encontrarse, por las tardes o noches, con los “barbudos” que operaban por estos lugares...

Asimismo, Rogelio Corbea Hernández, de Puntallana, la Palma, refiere[25] : desde los catorce años trabajaba ayudando a mi padre, también natural de Canarias, que era jornalero en las propiedades del Doctor Masó en la zona de Santa Cruz del Sur, Camagüey. En la práctica éramos esclavos de aquel latifundista y lo más gracioso es que uno les estaba agradecido, pues la cosa estaba bien, ahora en el último gobierno de Batista y no eran pocos los que andaban sin ningún trabajo. Por eso dentro de aquella desgracia, había que estar muy bien con el dueño... Yo trabajaba como un mulo, pues hacia de todo durante el día. Por la madrugada empezaba a mover el ganado para ordeñar las vacas, así hasta las siete de la mañana; a esa hora desayunaba algo y me iba después para los potreros a chapear, a arreglar cercas, arrancar hierbas, así hasta las once de la mañana en que venía a almorzar y después de reposar un rato, salía con el fuerte sol para engancharme de nuevo con las cercas, la chapea, el desmoche de piñones y lo que hiciera falta. Así estaba sudando la gota gorda hasta las cinco de la tarde. A esa hora iba a recoger los animales para encerrarlos y tenerlos cerca para meterlos en la vaquería durante la mañana. Por si eso fuera poco, después de la comida nocturna, me tenía que dedicar a desgranar maíz para cebar a unos cochinos que tenía el dueño, y todo esto por 25 pesos al mes. Un día llegó la Revolución, la alfabetización, La Reforma Agraria y ¡se jodió el Doctor Masó! Como ayudé al Che Guevara cuando pasó con su tropa por la zona, y era honrado, me pusieron de administrador de haciendas intervenidas y en total atendía unas cincuenta y ocho caballerías. Yo, que era aún analfabeto; isleño bruto, trabajaba y hacía rendir aquellas tierras mejor que sus dueños contrarrevolucionarios...

Paralelo al proceso de crecimiento de la lucha guerrillera se incrementaba la lucha clandestina en las ciudades. Diariamente, La Habana y otras localidades del interior eran sacudidas por explosiones de bombas o artefactos explosivos. De esa época es el secuestro, en la capital cubana, del corredor de autos más famoso del momento: Manuel Fangio, de nacionalidad argentina, que tuvo gran repercusión en la prensa y otros medios de comunicación tanto locales como internacionales, pendientes del evento deportivo que tenía lugar en La Habana, deslucido por este hecho, que es lo que los revolucionarios pretendían, lejos de producir daño físico real al secuestrado, sí en varios involucrados de ambas partes: seguidores del régimen y autores del hecho.

En los primeros meses de 1958, la dirección del Movimiento 26 de Julio en el Llano, consideró que existían las condiciones precisas para efectuar una huelga general revolucionaria, para intentar derrocar el régimen de Batista. Con este objeto sube a la Sierra para entrevistarse con Fidel Castro, el máximo responsable en el Llano, el citado Faustino Pérez Hernández, con este objeto, pero Fidel y sus colaboradores más allegados entendían, que una huelga general,  aunque un eslabón importante de la lucha armada donde las fuerzas revolucionarias tendrían un papel importante; mas, no se consideraba viable en aquel momento[26]. No obstante, los dirigentes favorables a su convocatoria, insistieron y fijaron la huelga para el 9 de abril de dicho año, pero con el visto bueno de la dirección del Movimiento. A las 11 horas de la mañana del día anunciado, varias emisoras de radio tomadas por los rebeldes, comenzaron a trasmitir arengas llamando al pueblo a la concentración y abandono de los puestos de trabajo, al tiempo que las milicias urbanas progresistas en diferentes ciudades se lanzaron a la toma de las calles y plazas. No tuvieron el éxito esperado ante la represión policial de que fueron objeto, con varios muertos y heridos. La participación más destacada se llevó a cabo por las milicias urbanas de Sagua La Grande, y en Las Villas, donde lograron mantener dominada la mayor parte de la población durante ese día. Las centrales azucareras cercanos paralizaron sus labores hasta el día siguiente en que las fuerzas de Batista dominaron la situación y obligaron a los huelguistas y revolucionarios a plegarse o huir; hubo un total de 15 muertos en combate y otros desaparecidos, posiblemente asesinados según fuentes revolucionarias, a más de numerosos heridos en los enfrentamientos[27].

Evidentemente, la huelga había fracasado en parte, debido a la falta de coordinación entre sus propios promotores y a las acciones llevadas a cabo de forma aislada y sin suficiente apoyo ciudadano. Habían de enfrentarse a las fuerzas policiales con armamento superior, y dispuestas a hacer uso de cualquier otro medio persuasivo.

La amarga lección fue aprovechada por el Movimiento 26 de Julio, que a partir de ese momento intensificó su actividad en la captación de elementos en la masa obrera para otras acciones posteriores. En ese sentido tuvo enorme significado la creación del llamado Frente Obrero nacional Unido (FONU) en octubre de 1958, integrado por el Comité Nacional de Defensa de las Demandas Obreras del Movimiento 26 de Julio y por la democratización de la CTC, el Directorio Revolucionario, así como integrantes de las organizaciones obreras de los Partidos Auténtico y Ortodoxo. El papel dirigente lo desempeñaría el Partido Socialista Popular con la participación del Movimiento 26 de Julio.

Como consecuencia del fracasado intento de huelga en el mes de abril, el investigador cubano originario de la Isla de Tenerife[28], y colaborador, nos dice: … para analizar sus causas y asegurar el éxito en futuras acciones, se efectuó una nueva reunión, mayo del mismo año, entre los dirigentes del Llano y La Sierra, que tuvo lugar en los campamentos guerrilleros de las montañas con extraordinaria significación y resultados. Se analizaron los factores que dieron lugar a la falta de coordinación que redundó en la falta de éxito de la convocatoria, y se tomarían medidas necesarias para reorganizar el propio M26J, donde Fidel Castro sería nominado Comandante en Jefe de todas las fuerzas revolucionarias, incluidas las milicias que hasta dicho momento dependían de la dirección en el Llano. Es decir, quedaba una sola capacidad dirigente, y un jefe único que sería Fidel Castro. Se lograba, de esta forma, algo inédito en las guerras emancipadoras cubanas del siglo XIX, principal causa de algunos de sus fracasos: la conducción de la guerra, política y militarmente bajo un mando único. Ahora sí se lograba. (Textual)

El desaliento surgido, posteriormente, debido al poco éxito huelguístico, envalentonó al general Batista y a su régimen, que consideraban divididas las fuerzas revolucionarias y en su debilidad podrían ser derrotadas fácilmente. Por ello, a principios de mayo inició la más feroz ofensiva hasta el momento - a la que denominaron en clave “Fin de Fidel”. Esta ofensiva general con la ayuda de asesores y armamento estadounidense fue concienzudamente estudiada y elaborado un plan de operaciones que pretendía coronar el éxito, cuya realización fue encomendada al General cubano Eulogio Cantillo.

A este respecto Ramiro García añade que: en Oriente se encontraban catorce batallones de infantería y seis compañías, otra de tanques, fuerza de aviación, de marina de guerra, además de la Guardia Rural hasta aquel momento fiel a Batista. La misión encomendada consistía en  rodear y destruir las fuerzas del I Frente “José Martí” que, comandadas por Fidel Castro, contaba en esos momentos con sólo 280 hombres. Revolucionarios que habrían de enfrentarse a los 10000 soldados profesionales que Batista enviaba contra ellos: un combatiente del incipiente ejército revolucionario contra 36 soldados profesionales del Gobierno.

¿Qué hacer frente a esta situación?, se pregunta este conocedor de la Revolución[29].

La Comandancia General, en el Primer Frente, elaboró una estrategia propia de lucha, y Fidel Castro dictó instrucciones a los combatientes para ofrecer una mayor resistencia al enemigo, a medida que se produjera el traslado a lugares estratégicos, mantener en el aire a Radio Rebelde, y disponer de un territorio básico donde funcionarían hospitales, talleres, escuelas, entre otros. El Ejército Rebelde varió su táctica de combate: de la guerra de guerrillas inicial pasó a la guerra de posiciones, es decir, la lucha por el control de determinado territorio. La ofensiva de la tiranía comenzó el 25 de mayo de 1958; hubo un momento en que el territorio rebelde quedó reducido a 7 kilómetros de extensión. Sin embargo, la moral de las tropas rebeldes se mantuvo intacta y presentó una resistencia tenaz al enemigo. Durante 76 días de combate, las fuerzas rebeldes bajo la máxima dirección de Fidel y apoyadas por la decisiva ayuda de la población, agotaron al Ejército de Batista.

De importancia decisiva fue la batalla de Jigüe; el ya nominado Ejército Rebelde tuvo cercado durante diez días al batallón Dieciocho del ejército enemigo y rechazó los refuerzos que enviaba el gobierno en su auxilio. Esa fue la segunda acción de importancia de la fulminante contraofensiva que iniciaron los combatientes rebeldes.

También, en el llamado III Frente Oriental “Frank País”, el ejército gubernamental desató la ofensiva, bombardeando la Sierra Cristal con la ayuda de pilotos “yanquis”. Muchas fueron las víctimas campesinas de esta cruel acción, y para contrarrestar esta ofensiva aérea, Raúl Castro llevó a cabo una hábil operación que consistió en detener a 49 americanos de la base naval de Guantánamo, para que fueran testigos de los salvajes bombardeos al pueblo cubano, y que a la vez, las autoridades americanas tuvieran conocimiento. El cónsul estadounidense de la zona tuvo que entrevistarse con Raúl, y la opinión pública mundial conoció la gravedad de los hechos.

Los continuos reveses de las tropas gubernamentales sobre los comandos guerrilleros, daba lugar al desánimo entre sus miembros y al repliegue en muchos de los frentes. Después del fracaso de la ofensiva de junio, el gobierno cubano comenzaba a resentirse, reconociendo el avance revolucionario y el fuerte impacto que producía entre las clases trabajadoras cubanas[30].

Paralelamente se produce en Venezuela, lo que ha venido en llamarse “Pacto de Caracas”  consistente en la emisión de un documento con el acuerdo unitario de todas las fuerzas revolucionarias y políticas que luchaban contra el régimen de Batista. Este acto fue consecuencia de acuerdos previos, pues, como ha quedado señalado anteriormente, el día 3 de mayo de 1958 tuvo lugar en los Altos de Mompié, en el bohío de un campesino de la Sierra, una reunión de gran importancia entre la cúpula revolucionaria con el objeto de analizar los motivos del fracaso de la huelga celebrada el 9 de abril del mismo año.

Se hallaban presentes: Fidel Castro, Faustino Pérez, René Ramos, Celia Sánchez, entre otros, acordando por unanimidad la asunción del mando total por parte de Fidel Castro, y que Luis Buch sería responsable de la coordinación de los exiliados y residentes en el exterior. También se debatió sobre la importancia del papel de unidad que debían tomar las fuerzas, que de una forma u otra, estaban enfrascadas en la derrota del régimen de Batista, dentro y fuera de Cuba.

En las gestiones para esta proyectada unidad, habrá de tenerse en cuenta los intentos llevados a cabo en torno a los grupos opositores al régimen que con toda buena intención patriótica estaban agrupados en instituciones cívicas. También luchaban especialmente desde Miami, pero que a pesar de los buenos oficios de Cosme de la Torriente, José Miró Cardona y otros, esta actuación finalizó en auténtico fracaso.

Los políticos que estaban en el exilio, estimando que la pretendida unidad se realizaría en Cuba, y que, por tanto, podrían quedar fuera o en un plano secundario, llevaron a cabo el proyecto de crear la llamada Junta de Liberación, aprovechando la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa que se celebraba en los Estados Unidos. Su precipitación fue tal que sorprendió a las instituciones cubanas que también luchaban contra el régimen en la misma Cuba. El propio Movimiento 26 de Julio desconocía que Felipe Pazos y Lester Rodríguez, en principio miembros del Movimiento, se hallaran también en este proyecto. Si bien es cierto que a mediados de noviembre de 1957, se recibió en La Habana, por conducto de una señora, copia mimeografiada de un documento de unidad, firmado por ambos a nombre del M 26J. Esta pretendida unidad fue anunciada a bombo y platillo en la sesión de clausura congresual de la Sociedad Internacional de Prensa.

Este documento fue rechazado rotundamente por el Movimiento, sin hacer público el hecho, pero sí de la necesaria unidad, y dejando constancia que no quedaba comprometido a efectuar otro tipo de pronunciamientos públicos. Felipe Pazos y Lester Rodríguez no concurrieron más a las reuniones de la Junta de Liberación, recibiendo un comunicado firmado por Faustino Pérez, en el que enjuiciaban muy crudamente sus actitudes y acusándoles de usurpación de funciones, pues no tenían ninguna facultad[31] para firmar nada a nombre del Movimiento M26J.

Luis Buch, como coordinador del Exilio, se trasladó a Miami con el objeto de desautorizar a ambos firmantes lo que tuvo lugar en un encuentro violento que produjo el que fueran destituidos.

Como nos apunta, desde la misma fuente, la historiografía cubana revolucionaria[32]: ....en su lugar fueron designados Raúl Chibás y Mario Llerena, fieles representantes del Movimiento, en calidad de observadores. Si bien el 26 de diciembre de 1957 llegó a la Habana, procedente de la Sierra, el documento manuscrito redactado personalmente por Fidel Castro el 14 de diciembre. En el domicilio del citado Luis Buch y ante la presencia de Faustino Pérez, René Ramos, Marcelo Fernández y Arnold Rodríguez, fue leído y aceptado con satisfacción por todos. Era lo que estaban esperando.

En los primeros días del mes de julio de 1958 y con motivo de la visita de Antonio Varona a Caracas, Venezuela, se hicieron contactos con Radio Rebelde por medio de otra emisora venezolana, Dos Indios Verdes. Se llevó a cabo una conversación entre Fidel Castro y Antonio Varona en torno a la necesaria unidad entre todas las fuerzas revolucionarias y políticas que combatían al gobierno de Fulgencio Batista, para lo que Fidel enviaría unos documentos base.

Según la “investigación”, citada, para el 5 de julio, sin haber sido recibido documento alguno, se aprovechó la fecha, Día de la Independencia de Venezuela, para dar a conocer al mundo, desde la Casa Sindical de los Trabajadores de Venezuela, lo avanzado que se encontraban las gestiones para la Unidad, que no obstante se daba por lograda. Por fin el 19 de julio de 1958, Radio Rebelde trasmitía el contenido del documento, que fue aceptado por todos los sectores en lucha a excepción del Directorio Revolucionario que planteó la necesidad imperiosa de que el documento fuese firmado por Fidel Castro y Fauré Chomón.

Este manifiesto al pueblo de Cuba que hizo el Frente Cívico Revolucionario de Oposición, más conocido por Pacto de Caracas, hacía, fue finalmente aceptado por todos los asistentes concurridos en el edificio “Mony”, Colinas de Bello Monte en las afueras de la capital venezolana, la noche del 19 de julio de 1958.

El rotativo venezolano El Nacional[33], de Caracas, publicaba al siguiente día, a través de un amplio reportaje ilustrado: Firman delegados de organizaciones revolucionarias cubanas un documento de unidad contra Fulgencio Batista. Llegarán más dirigentes a suscribir el acuerdo. El domingo 20 de julio en el hotel Conde de la capital venezolana, se firmaron las bases del documento Frente Cívico Revolucionario, puesto que el documento final se  refrendaría en la Sierra Maestra. Este hecho no tendría lugar, ya que Antonio de Varona encargado de hacerlo llegar a Fidel Castro, no logró el encuentro ante la continua movilidad que tenía lugar en esta fase del proceso revolucionario.

Con el fin de extender la guerra hacia el occidente del país, para culminar en La Habana y, rememorando la heroica gesta de los generales cubanos Antonio Maceo y Máximo Gómez, en 1895, la Comandancia general del Ejército Rebelde dictó órdenes militares que designaban a los comandantes Camilo Cienfuegos y Ernesto Guevara para dirigir las columnas de la campaña invasora. La llamada, precisamente, “Antonio Maceo” bajo la dirección de Cienfuegos, debía trasladarse hasta Pinar del Río, organizar a su paso unidades de combate rebeldes, y establecer una base de operaciones definitiva en la provincia más oriental. La columna llamada “Ciro Redondo”, bajo el mando de Guevara, tenía asignada la misión de dirigirse hasta las Villas y operar por dicho territorio[34].

Siguiendo a Ramiro García, la campaña tenía tres objetivos:

a) Desde el punto de vista militar se proponía extender la guerra a todo el país, para así dividir a las fuerzas de la tiranía y de esta forma lograr una mayor incorporación del pueblo al Ejército Rebelde.

b) En lo político, la invasión debía fortalecer el prestigio nacional e internacional del movimiento revolucionario.

c) Por otro lado, se aspiraba a lograr la unidad de los distintos frentes guerrilleros que operaban en otras zonas.

El 21 de agosto de 1958 había partido de El Alto, en la Sierra Maestra, la columna que mandaba Camilo Cienfuegos, que una vez atravesada la región oriental se estableció en la de Camagüey, donde la marcha se hizo dificultosa al ser conocida su presencia por las fuerzas gubernamentales. La columna logró esquivar todo tipo de cercos y emboscadas, y para primeros del mes de octubre, atravesó el río Jatibonico internándose en la región de Las Villas[35]. En el diario de campaña se lee: ...una pequeña parte de nuestra misión estaba cumplida. Camagüey quedaba atrás. Camagüey y sus horas de hambre. Una idea de esto es que, durante treinta y un días que duró la marcha por esta provincia, solamente comimos once veces, con el día que nos comimos una yegua cruda y sin sal... 

La aproximación de las expediciones que partieron de Sierra Maestra en dirección a la capital cubana, al mando de Fidel Castro, constituían uno de los principales acontecimientos que tenían lugar en el mundo, aspecto que en aquel momento se sabía fundamental para la prensa, televisión, y para todos los medios de comunicación de la época, expectantes.  

Paralelamente, una segunda columna guerrillera para “la invasión del Oeste”, llamada “Ciro Redondo”, al mando de Che Guevara, partía el 31 de agosto del mismo año, avanzando por las proximidades de la costa hasta Camagüey, en cuya provincia la marcha fue igualmente penosa debido al constante asedio de los soldados enemigos con los que tuvieron varios encuentros. El propio Che Guevara relató los avatares al paso de esta región, cuando nos dejó escrito: ...Era difícil adelantar, muy difícil. Día a día, empeoraban las condiciones físicas de nuestra tropa y las comidas, un día sí, otro no, otro, tal vez... Pasamos los días más duros cercados en las inmediaciones del Central Baraguá, en pantanos pestilentes, sin una gota de agua potable, atacados continuamente por la aviación, sin un solo caballo que pudiera llevar, aunque sea a los más débiles, con los zapatos totalmente destrozados por el agua fangosa del mar, con plantas que lastimaban los pies descalzos...(sic)

A este respecto[36], Fructuoso Ezequiel González Hernández, natural de La Laguna de Tenerife, de 82 años en 1998, nos dice: Cuando pasaron las columnas invasoras de Camilo y luego la del Che por el sur del central Baraguá - hoy llamado Ecuador - el revuelo que formó el ejército y la guardia rural fue tremendo. Al Che Guevara le pusieron emboscadas en las proximidades de dicho central azucarero pero tanto él como sus hombres, astutamente, las evadieron. En aquellos momentos la represión era indiscriminada y a cualquiera lo mataban; imagínese como estaría yo y mi familia pues pertenecía al Partido Socialista y, además, a una célula clandestina del 26 de Julio, en Gaspar, poblado cercano a los acontecimientos. Camilo Cienfuegos y sus invasores, que pasaron antes que el Ché, cruzaron la carretera central después de llegar a la entrada de la carretera que conduce al central Baraguá, yendo desde Ciego de Ávila dirección a Camagüey, para tomar la dirección a Yajagüay en el norte de las Villas; es decir, ya la zona estaba infectada de soldados. Lo de Camilo, el Ché y sus hombres fue más que una odisea...

Después de casi dos meses, la aguerrida y heroica tropa capitaneada por el Che con armas y bagajes, se instalaron en las proximidades de la población de Las Villas, con lo que quedaba cumplimentada la primera parte de la operación prevista.

En esta antigua provincia la situación era la misma que la de finales del año anterior; es decir, se encontraban establecidos varios grupos de guerrilleros diseminados por la Sierra de Escambray. Los dos principales grupos estaban mandados por Víctor Bordón del M26J y el otro por Faure Chomón del Directorio Revolucionario. Había un tercer grupo, llamado Segundo Frente de Escambray, al mando de Eloy Gutiérrez Menoyo, que era mal considerado entre los campesinos por su actitud de dominio y soberbia, pretendiendo dominar la situación a su antojo sin la consideración debida a los mandos supremos del Movimiento 26 J del que dependía, según parece[37]. Camilo Cienfuegos y Ernesto Guevara tuvieron que enfrentarse a esta situación anómala, y a pesar de la actitud divisionista y hostil de Menoyo, pusieron en alto los principios de unidad y espíritu auténticamente revolucionarios.

El Partido Socialista Popular (auténtico Partido Comunista cubano) también se destacaba en esta ya considerada guerra a todos los efectos, y desde enero de este año -1958- un grupo de guerrilleros afín, dirigido por el viejo militante del PSP Félix Torres, tuvo acertadas intervenciones dentro de la más exacta organización, disciplina y proclividad hacia la unidad de las fuerzas revolucionarias.

El 10 de diciembre de 1958 se dio un nuevo paso muy importante en el logro de la deseada unidad de las fuerzas auténticamente revolucionarias: el llamado Pacto de Pedrero, firmado por el Movimiento 26 J y por el Directorio Revolucionario 13 de Marzo al que, posteriormente, expresó su adhesión también el Partido Socialista Popular. Las condiciones de estrategia se hallaban preparadas para la ofensiva final contra el régimen de Fulgencio Batista.

En septiembre de 1958 otro importante acontecimiento tenía lugar en la localidad de Soledad de Mayarí, Oriente, una amplia zona rebelde integrada en el extenso frente “Frank País”, con la celebración de un denominado Congreso Campesino en Armas, consecuencia de algo inmerso en la propia historia social de Cuba: las familias campesinas del Realengo 18, Caujerí, Soledad y otras del amplio territorio en guerra, se identificaron rápidamente con los rebeldes bajo el mando de Raúl Castro Ruz; brindaron alimentos y protección a los revolucionarios, muchas veces con el riesgo de ser detenidos, con el de perder la propia vida a manos del ejército de Batista o sus colaboradores, al tiempo que aportaban numerosos combatientes a la causa[38].

A fines de 1958 la llamada Comandancia Rebelde del frente Frank País decidió celebrar, en aquel territorio, un Congreso que tuviera como objetivo principal la aplicación de nuevas leyes agrarias al tiempo que fortalecer las relaciones entre el ya nominado Ejército Rebelde y los campesinos de las diferentes zonas en guerra. Al frente del mismo se encontraban hombres conocedores del campesinado y sus constantes reivindicaciones, entre los que destacaban los militantes comunistas Romárico Cordero y José Ramírez Cruz.

En la fase preparatoria de dicho Congreso, siguiendo a Ramiro García,  se constituyeron 84 Comités Agrarios para agrupar a los humildes trabajadores del campo y se llevaron a cabo seis grandes concentraciones de apoyo. El 21 de septiembre de dicho año, en la localidad de Soledad de Mayarí, dio inicio el Congreso Campesino en Armas, bajo la presidencia de Raúl Castro con la asistencia de 160 delegados y 500 invitados procedentes de Guantánamo, Baracoa, Alto Songo, Yateras y Mayarí. Las sesiones se desarrollaron en medio del asedio de la aviación enemiga. El informe central, expuesto por José Ramírez Cruz, decía en una de sus partes que el Congreso ha sido convocado con el propósito de aunar los esfuerzos del campesinado, para junto al glorioso Ejército Rebelde liberar a nuestra Patria de la tiranía de Batista.

El citado informe[39] añadía que...los reaccionarios apoyados por capital extranjero necesitan enriquecerse cada vez más a costa de la depauperación del pueblo, con tal fin apoyan a un gobierno, asesino y tirano, como es el de Batista, aunque este apoyo signifique para Cuba el hundimiento de la economía nacional...

Entre otros acuerdos adoptados en el citado Congreso, tuvieron la necesidad de aprobar una Ley de Reforma Agraria que favoreciera al campesinado desposeído; la creación del Comité Agrario Campesinos que trabajaría en torno a las decisiones que emanaran del Ejército Rebelde, para buscar soluciones a los problemas que afectaban las zonas agrícolas; el aseguramiento de los servicios de escolaridad y el fomento de las comisiones para la juventud y para los derechos de la mujer.

Igualmente se contemplaba el tipo de aportación que debía hacer el campesinado para el sostenimiento del propio Ejército Rebelde, fijado en principio en el 10 % de las ganancias obtenidas en la venta de cosechas.

Raúl Castro, principal artífice, según la historiografía consultada para estas circunstancias, manifestó al respecto[40]: El principal objetivo de los campesinos debe ser, en este momento, forjar y mantener la unidad. He aquí lo principal si queremos lograr el triunfo y conquistar nuestras demandas. Las fuerzas reaccionarias que se mueven contra la unidad, pueden ser derrotadas si nos mantenemos unidos y vigilantes. El ejército de la dictadura es el enemigo del pueblo, y nuestro ejército rebelde es el que defiende al pueblo, a los campesinos. Por eso debe mantenerse esa estrecha alianza que existe entre ambos.

A pesar del fuerte apoyo que las fuerzas militares de Batista recibían desde el gobierno de Norteamérica, los continuos éxitos del Movimiento revolucionario predecían el triunfo en el mínimo tiempo, y así comenzaba a darse a conocer en los medios de comunicación o a través de observadores políticos del momento.

1.5. Estados Unidos desestima a Batista

A raíz de la aludida entrevista concedida por Fidel Castro al periodista de talante progresista Herbert Mathews, en Sierra Maestra, difundida por todo el mundo, la administración Eisenhower, se había planteado estudiar el problema cubano con más racionalidad. En consecuencia, el gobierno norteamericano llegó a la conclusión que la metodología represiva y antipopular que practicaba Batista no resolverían la grave crisis política y social cubana y, por ello, consideraba imprescindible aplicar una nueva fórmula intervencionista que salvaguardara sus enormes intereses económicos en Cuba. Por ello, una vez más, optarían por la fórmula que tan buenos resultados les había dado en otros momentos: sustituir al mandatario cubano por otro más apropiado al momento, que estuviera menos desprestigiado y menos "gastado" (sic). El presidente norteamericano Eisenhower, siguiendo la línea de otros predecesores para hechos similares, decidió entonces la caída de Fulgencio Batista.

El embajador Earl E. Smith, en entrevista con Batista, le manifestó que debían restablecerse las garantías constitucionales y preparar unas nuevas elecciones para sustituir al presidente de la República, previas la abolición de la censura de prensa y actividades políticas.

Fulgencio Batista, en principio, no aceptó las exigencias del embajador norteamericano; sin embargo, bastaron unas nuevas presiones para que se decidiera y convocó elecciones que en principio se llevarían a cabo el 3 de noviembre de 1958.

El candidato presidencial al nuevo gobierno y único que se presentó en lo que se consideraba farsa electoral, fue Andrés Rivero Agüero aparentemente independiente, si bien se le consideraba próximo al régimen que pretendía sustituir.

Desde la Sierra Maestra, no interesaba negar el proceso electoral por lo que la Comandancia General Rebelde, con hábil propaganda pretendía que fuera llevada a cabo, efectivamente, una verdadera celebración electoral (que no deseaban realmente), demostrando una vez más, según historiografía revolucionaria, la pujanza del Movimiento Revolucionario y el control efectivo que tenían sobre la población en extensas zonas del territorio nacional, puesto que nunca tuvieron lugar.

En Oriente, Camagüey y Las Villas, el porcentaje de votantes fue muy exiguo debido a la acción persuasiva de las tropas rebeldes que ocupaban el territorio, así como las acciones llevadas a cabo por los guerrilleros intimidando al electorado proclive a ejercer el derecho de voto. En la parte más occidental de la Isla, más controlada por Batista, el retraimiento popular también fue notable. No obstante, tras la farsa, el único candidato fue formalmente electo presidente con la aprobación del gobierno norteamericano, que consideró “libre y democrático” el proceso  y sus resultados, fijando la toma de posesión del nuevo presidente electo para enero de 1959 en acto que nunca tuvo lugar.

Ramiro García, el investigador canario ampliamente citado, cubano y testigo de los hechos, para aquellos momentos pasado julio de 1958, nos dice: ...la situación militar en Cuba caminaba a favor del Movimiento Revolucionario y del Ejército formado en su entorno. Conocida la situación en Las Villas los acontecimientos que siguieron se centran en torno a la zona de Pinar del Río donde, desde agosto, operaba otro frente guerrillero instalado en la Sierra de los Órganos, bajo el mando del nominado comandante Ermidio Escalona. En los primeros días de octubre se abrió otro frente, llamado "Simón Bolívar", en la zona norte de Oriente, dirigido por Lalo Sardiñas y Delio Gómez Ochoa, que contribuyó a controlar otra zona del amplio territorio oriental. En ese mismo mes, la Columna 23 "Ignacio Agramonte" bajo la dirección del revolucionario Víctor Mora, comenzó a operar en Camagüey.

Las “llamas” de la insurrección “ardían” por toda la Isla, pues la apertura de estos nuevos frentes de combate formaba parte de una intensa ofensiva final conducente a la finalización de la misma. Si bien se habrían de librar decisivas batallas para lograr el triunfo completo; fundamental fue la de Guisa, dirigida por el propio Fidel Castro, que tuvo lugar entre el día 20 y 30 de noviembre, considerada la más importante de toda la guerra y que abrió definitivamente la marcha del Frente más importante, “José Martí” hacia el centro de la provincia de Oriente.

Fidel Castro en una de sus publicaciones[41], nos dice: La batalla de Yajaguay, llevada a cabo entre los días 22 al 31 de diciembre, colofón de los sucesivos encuentros que, con pleno éxito, tenían lugar bajo el mando de Camilo Cienfuegos, después de haber ocupado varias poblaciones al norte de la provincia de Las Villas. En esta batalla, además de abundante parque y armas que proporcionó al Ejército Rebelde, puso fin a la campaña de Camilo Cienfuegos en esta zona aledaña y, a partir de ese momento, se dirigirá hacía occidente en espera del final de la contienda.

La batalla de Santa Clara, dirigida por el Comandante Ernesto Guevara, se llevo a cabo una vez que las tropas habían tomado la mayoría de las poblaciones próximas a la ciudad de Santa Clara, capital de Las Villas.

El encuentro tuvo lugar en la ciudad y alrededores, habiendo comenzado al amanecer del día 29 de diciembre de 1958. La dureza de los contendientes fue extrema ya que el ejército de Batista sabía que su derrota significaba la llegada de los rebeldes a la capital cubana. Uno de los momentos de mayor éxito para los revolucionarios fue la captura del tren blindado que el régimen había preparado para abatir con disparos de ametralladora a los revolucionarios, con la facilidad que permitía su propia movilidad. Pero los rebeldes forzaron a que el tren abandonara la ciudad para dirigirse a campo abierto, donde habían destruido los raíles, siendo fácil su reducción y captura. Proporcionó gran cantidad de recursos a las tropas rebeldes, permitiendo armar a muchos combatientes.

La batallad de Santa Clara fue fundamental para la caída del régimen de Batista; estableció el dominio del Ejército Rebelde sobre las comunicaciones terrestres en el centro de la Isla y abrió el camino hacia La Habana. (Textual)

La victoria definitiva se acercaba para el Movimiento Revolucionario, obliga a que los responsables del gobierno y a los asesores americanos de Batista intentaran por todos los medios buscar soluciones alternativas[42].

Con el objeto de impedir el triunfo revolucionario, ya convencidos de que era necesario sustituir la figura de Batista, los intereses norteamericanos y sus representantes en la Isla, desde mediados de diciembre del mismo año comenzaron a realizar gestiones en torno a altos oficiales del ejército cubano. Uno de los elegidos para la sustitución inmediata fue el general Eulogio Cantillo, con reconocidos méritos anteriores, que el 28 de diciembre se entrevistó con el propio Fidel Castro en Palma Soriano, oriente, comprometiéndose con el jefe rebelde a que las tropas de Santiago de Cuba se sublevarían el día 31, para unirse al movimiento revolucionario emprendido. Fidel como siempre que pudiera perder protagonismo se “mostraría ambiguo y cauto”, como ocurrió antes y tendrá lugar posteriormente.

Eulogio Cantillo, el día anterior a la fecha, envió una confusa nota a Fiel Castro, donde le expresaba que no hiciera nada y que esperara. Posiblemente el general Cantillo, pretendía ganar tiempo y crear las condiciones necesarias para dar un golpe de estado en La Habana, que alcanzara toda la región de Occidente, y de esta forma combatir con más crudeza a los rebeldes. Pero se considera más posible la sincera intención de llegar a un acuerdo con el líder revolucionario que solventara el proceso, ya irreversible, y evitara el conflicto.

Por otra parte, Fulgencio Batista, engañado, defraudado y presionado por los propios aliados americanos en los que confió, optó por huir a Santo Domingo, gobernado entonces por el amigo y dictador Rafael Leonidas Trujillo. En efecto el primero de enero de 1959, a las 2 de la madrugada, partió en avión junto a su esposa y destacados allegados, algunos de los cuales penetraron en el aparato presionando a “punta de pistola”, para no quedar en suelo cubano ante lo grave de la situación.

Al producirse la huida, Cantillo formó inmediatamente un Gobierno Provisional, a partir de una Junta Militar encabezada por Carlos M. Piedra, magistrado más antiguo del Tribunal Supremo de Justicia y designado por el gobierno cubano para enfrentar la situación. La Habana despertaba con la caída del régimen de Batista y ante una situación confusa. El nuevo presidente magistrado Piedra se estableció en el Palacio Presidencial intentando gobernar, al tiempo que enviaba una comisión de diplomáticos, presidida por el embajador norteamericano. Dicha comisión se entrevistaría con el general Cantillo, para que diera cobertura y protección a la operación, a la espera de acontecimientos inmediatos que tendrán lugar en la región de Oriente, donde el avance militar y la ofensiva de los rebeldes sobre las ciudades continuaban imparables.

El 1 de enero de 1959, en las primeras horas de la mañana, desde Palma Soriano, y a través de los micrófonos de Radio Rebelde, Fidel Castro se dirigía a los cubanos a los que arengaba. De los Arribos sonoros entresacamos[43]: ...Cualquiera que sean las noticias de la Capital, nuestras tropas no deben hacer alto al fuego en ningún momento, nuestras fuerzas deben proseguir sus operaciones contra el enemigo en todos los frentes de batalla... ¿Revolución sí, golpe militar no? Golpe militar de espaldas al pueblo y a la Revolución, no. Porque sólo serviría para prolongar la guerra.

... El pueblo y muy especialmente los trabajadores de toda la República, deben estar atentos a Radio Rebelde y prepararse urgentemente en todos los centros de trabajo para la huelga general, e iniciarla apenas se reciba la orden, si fuese necesario para contrarrestar cualquier intento de golpe contrarrevolucionario. ¡Más unidos y firmes que nunca deben estar nuestro pueblo y el Ejército Rebelde, para no dejarse arrebatar la victoria que ha costado tanta sangre!

El propio día 1 de enero, las tropas rebeldes con Fidel Castro al frente, habían cercado la ciudad de Santiago de Cuba. Se les realizaron ofertas de rendición a los que pretendían defenderla y, ese mismo día obtenida la rendición, Fidel Castro entró en la ciudad, que casi seis años antes había sido protagonista del combate antológico del proceso revolucionario cubano: El asalto al Cuartel Moncada, cuya fecha dio nombre al Movimiento[44].

Al ocupar la ciudad, Fidel Castro[45], parece expresó: ...Duro y largo ha sido el camino, pero hemos llegado, esta vez no se frustrará la revolución. Esta vez, por fortuna para Cuba, la Revolución llegará de verdad a su término; no será como en el 95, que vinieron los americanos y se hicieron dueños del país..., no será como en el 33, que cuando el pueblo comenzó a creer que la revolución se estaba haciendo vino el Sr. Batista, traicionó la revolución se apoderó del poder e instauró una dictadura feroz; no será como en el 44, año en que las multitudes se enardecieron creyendo que al fin el pueblo llano había llegado al poder y los que llegaron al poder fueron los ladrones. ¡Ni ladrones ni traidores ni “intervensionistas”, esta vez sí es una revolución[46]!

Castro, conocedor profundo de la historia de su país, sabía que en otras ocasiones, el poder norteamericano afincado en Cuba había frustrado el triunfo revolucionario con su intervención en 1898, interponiéndose en la guerra de la independencia contra España; en 1933, maniobrando con un militar cubano al que lograron hacer dócil: Fulgencio Batista; la ocupación de Isla de Pinos y Guantánamo… Por todo ello Fidel Castro, actuó rápidamente para desbaratar cualquier maniobra de este tipo para así asegurar y concluir la victoria revolucionaria que había emprendido, con tanto afán, desde unos seis años antes, arrastrando tras sí una aureola de gloria ideológica progresista y universal.

Por todo ello, efectuó un llamamiento a la huelga general como medio de asegurar el triunfo, a la que la población laboral cubana respondió masivamente y el día 2 de enero se llevó a cabo con total éxito. La FONU, en la que se hallaban integrados dirigentes del PSP y del M26J, llevó a cabo la organización de la misma, asegurando el llamamiento masivo en los centros de trabajo. Los obreros paralizaron el país, ocuparon centros de trabajo y expulsaron a los sindicalistas oficiales, sustituyéndolos por milicias armadas que debían apoyar a las fuerzas rebeldes, en dirección hacia la Capital de la isla.







[1] Alina Feijoo y Dolores Nieves, Semillas de Fuego, I, corregido por Magali Millán Castillo, Colectivo de Autores, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1990, p. 50-57 y s.

[2] García Medina, Ramiro, Memoria Inédita, citada, p.118.

[3] Cantón Navarro, José. El desafío del Yugo y la Estrella, citado, p.202 y 203.


[4] García Medina, Ramiro, obra citada, p.118


[5] Ernesto Che Guevara, Escritos y discursos, citado, Ciencias Sociales, La Habana 1977, p 187.


[6] Lamore, Jean, Cuba, citado, Universidad de Burdeos, 1971, p.61

[7] Leal Cruz, Miguel, Artículo en El Mundo-La Gaceta de Canarias, “Revolución en caída”, 15 de noviembre de 2004.

[8] García Medina, Ramiro, Memoria inédita, citada, p. 120

[9]Ataque al Palacio Presidencial, La Nueva Cuba, Miami, 13 de marzo de 2002. El artículo aparece firmado por Organización Auténtica, 13 de marzo de 1957, y en la relación de los fallecidos en la acción aparece el tercer lugar José Gómez Wangüemert, nacido en La Habana e hijo del afamado isleño Luis Felipe Gómez Wangüemert, escritor y periodista, natural de la Palma y afincado en Cuba desde fines del siglo XIX.

[10] Cantón Navarro, José, El desafío del Yugo y la Estrella, citado, La Habana, 1996, p.186-189.

[11] García Medina, Ramiro, citado, p.120.

[12] Álvarez Tavío, Pedro y Hernández, Otto, Periódico Granma, La Habana 3 de julio de 1977, p 3

[13] García Medina Ramiro, Memoria inédita, citado, p.121

[14] Ibídem, Memoria, p.122

[15] Ibídem, p.123

[16] Ibídem, p.123

[17] Cantón Navarro, José, obra citada, p.188 y 189

[18] García Medina, Ramiro, Memoria, citada, p.123 y 124.

[19] Hart Dávalos, Arnaldo, obra citada, p 273 y s.

[20] García Medina, citado, p.125

[21] Hart Dávalos, Arnaldo, citado, p. 275 y s.

[22] Ramiro García, Memoria citada, p.126

[23] Ibídem, p.127 y s.

[24] Ibídem, p.128

[25] Ibídem, García Medina como autor de La emigración canaria en Cuba, La Laguna,1994, citada, p.168

[26] Pérez Hernández, Faustino, Memorias revolucionarias, La Habana, 1969, p.60. Es de destacar esta figura señera de la Revolución Cubana, de padres nacidos en la ciudad de Los Llanos de Aridane (Isla de La Palma, Tenerife, Canarias), y muy querido en Cuba hasta su fallecimiento. A este respecto el periódico oficial cubano Granma, con fecha 25 de diciembre de 2001, alude a una noticia que nos dice: “En ocasión del noveno aniversario de la desaparición física del dirigente revolucionario Doctor Faustino Pérez Hernández se lleva a cabo una peregrinación ayer hasta el memorial a los expedicionarios de El Granma, en la necrópolis de Colón... En dicho acto se destacó la trayectoria revolucionaria de Faustino, tanto durante la lucha contra el régimen dictatorial de Batista, como después del triunfo revolucionario del primero de enero de 1959, y su entrega al trabajo en las responsabilidades que ocupó en distintos organismos del Estado y en las áreas asignadas por la dirección del Partido...”

[27] García Medina, Ramiro, citado, Memoria inédita, p.129 y 130

[28] Ibídem, p.130 y s.

[29] Ibídem, p.130 y 131

[30] Ibídem, p.131

[31] Ibídem, p.132 y 133

[32] Pividal Padrón, Francisco: El Movimiento Revolucionario cubano en Venezuela y quienes lo apoyaron, Universidad de Michoacán de San Nicolás de Hidalgo, Méjico 1996, p. 244 y s.

[33] Periódico El Nacional, Caracas, 20 de julio de 1958, p.1 y 3

[34] García Medina, citado, p.139

[35] Cienfuegos, Camilo, “Diario de Campaña, Casa de las Américas, La Habana, 1969, p 274.

[36] García Medina, citado, p.139

[37] Estas fuentes que aporta García Medina son posteriores al triunfo revolucionario cubano, y por tanto no totalmente fiables, por origen de las mismas. N d A.

[38] Ibídem, p.140

[39] Machado, Ricardo, En torno al congreso campesinos en armas, Granma, La Habana, 24 septiembre de 1974.

[40] Fernández, Tony, periódico Granma, La Habana, 21 septiembre de 1973

[41] Castro Ruz, Fidel, En la Sierra y en el Llano, La Habana 1969, p. 305 y 306

[42] Ibídem, obra citada, p. 306 y s.

[43] Ibídem, p.310

[44] García Medina, citado, p.145

[45] Castro Ruz, Fidel, En La Sierra y el Llano, citada, p.305 y 306

[46] Medina García, Ramiro, Memoria inédita, citado, Anotación 8, p 29 y 30



2 comentarios:

  1. Tras años de huracanes, y otros avatares, con graves daños materiales y perjuicios económicos para la mayor de las Antillas, el controvertido embargo, que con altas y bajas perdura desde 1960, se hace aún más polémico políticamente, en estos momentos finales de la presidencia USA del demócrata Obama.
    El mandatario cubano Fidel Castro no asistió a la Cumbre Iberoamericana de Salamanca (que este año, 2012, tendrá lugar en Cádiz) a pesar de la garantía de total normalidad jurídica a su persona ofertada por la vicepresidencia del Gobierno español de Zapatero. No obstante, el Secretario de Estado, Fernando Moraleda, dijo que la confirmación de asistencia de los presidentes invitados “correspondía en última instancia con sus propias decisiones y agendas en sus respectivos países…” tratando de justificar de esta forma su polémica ausencia.
    Se considera que la misma obedeció, tal vez, a la reciente sentencia del español Tribunal Constitucional, al consagrarse el principio de jurisdicción universal de la justicia española que permite aplicar, entre otros, al régimen cubano y a sus responsables la referida doctrina constitucional al existir víctimas o perjudicados españoles en distintos momentos del proceso revolucionario castrista.
    A todo esto se suma la demanda presentada en tribunales españoles por la Unión Liberal Cubana y la Asociación de Cuba en Transición que apoyan los disidentes cubanos Carlos Alberto Montaner y Antonio Guedes, respectivamente, basada en delitos de genocidio y de lesa humanidad contra el propio Fidel y responsables destacados.
    Nada más lejos de la realidad en una revolución consolidada como tal, y así reconocida tras más de 50 años...; y es aquí donde este libro analiza las causas preliminares de su éxito, en sólo 3 años, y así reconocida por la prensa mundial del momento.
    MIGUEL LEAL, AUTOR.

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  2. Como nos apunta el prologuista, entre otros. ¿Cómo es posible que este libro con su variado y objetivo contenido no nos haga famosos?; pues, parce que no, alguna mano negra anda por ahí como así hemos comprobado y DENUNCIADO oficialmente a varios frentes. Vamos a esperar.
    Miguel Leal Cruz el autor y titular de ISBM

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