22 de julio de 2011

LIBRO: MEMORIA POLICIAL DE ANTAÑO


Portada del libro
 Nueva edición del Autor

Miguel Leal Cruz, Inspector-Jefe del Cuerpo Nacional de Policía, Jubilado, Dr. en Ciencias de La Información, ULL, Editor

Descripción de hechos verídicos con protagonismo profesional hasta el año 2000

(borrador a perfilar)

Capítulo...
600 DOSIS DE LSD. ¡NO!, 5000…

Superado este último proceso electoral, seguido de intrincadas conversaciones para necesarios pactos de Gobierno a todos los frentes, retomamos colaboración periódica para este medio progresista informativo, La Opinión, con el conocido estilo personal. No obstante, sinceramente, deseamos este pacto de gobernabilidad CC-PNC-CCN con PSC, y que, destacados barones y magnates de ambas formaciones, anuncian como el más beneficioso para Canarias, al parecer; de esta forma queda subsanado el obligado en anterior lesgislatura que “tuvo que ser y no fue…” entre las mismas fuerzas políticas.

Hallándonos en La Palma por motivos familiares y económicos coyunturales, en el hospital general Virgen de Las Nieves saludamos a varias personas vinculadas profesionalmente tiempo ha, siendo la más llamativa la de José Manuel, conocido por Chilara, muy conocido en la Comisaría de destino, quien desde cierta distancia nos espetó: ¿Cómo estás Colombo?... , apelativo que no ofende (más bien nos beneficia en nuestro afán editor) y extensivo a varios policías del mundo, como es sabido.

Hablamos de mi libro, Memoria Policial de Antaño, en el que José Manuel da por hecho ser protagonista en un capítulo, pero aclara que no fueron 600 dosis de LSD las que introdujo desde el extranjero años ha, por lo que fue detenido, encausado y penado, sino que fueron 5000 en total… La verdad es que a estas alturas ya nada es sorprendente, pero que de haberlo dicho a la sazón, no hubiera sido condenado sólo a 7 años de privación de libertad, sino previsiblemente a 12…Y no es momento para reabrir el caso por inverosimilitud, a más de hallarse prescrita la hipotética acción punible, puesto que no resulta creíble lo manifestado por él mismo, ahora, toda vez que tal cantidad de peligroso alucinógeno hubiera causado un fuerte impacto y pernicioso efecto popular de haberse distribuido, como sí lo fue parte de las 600 dosis por lo que fue detenido y juzgado.

En efecto, como decimos en dicho libro a publicar: Durante la década de los setenta nos hallábamos destinados en una determinada unidad de policía, y en el transcurso de un servicio rutinario nos encontramos a un conocido en el lugar que llamaremos Chila, que se hallaba en una playa (hoy magníficamente remodelada), quien con ánimo provocativo hacía los recién llegados Agentes de la Autoridad colocaba un pequeño mástil de madera que enterraba en la arena, y del que pendía una bandera con siete estrellas verdes (llamada independentista) En aras de la verdad aquello no causaba preocupación a los presentes a la vista de lo ajada que se hallaba la enseña, tal vez por su mucho uso… (Algunos dijeron que tenía más m. que el palo de un gallinero)

Nos apremiaron para la intervención inmediata toda vez que por aquellas fechas (bajo la era independentista del MPAIAC con directriz del conocido abogado Antonio Cubillo) constituía presunto delito tipificado como de “desorden público, propaganda ilegal” u otros. Pero, como responsable del servicio apuntamos que eso era lo que pretendía el autor (en acto aún no tipificado como “apología del terrorismo”) y acompañantes: la detención inmediata y consecuencias policiales y jurídicas posteriores (además con gastos públicos) y sólo para hacerse propaganda política (con una enseña hoy en vías de asimilación como bandera canaria oficial, como se ha dicho); por tanto bajo responsabilidad personal consideramos no procedía la detención, en aquel momento…

Poco tiempo después sí, pues él mismo José Manuel a) Chila, procedente de Bélgica donde permaneció un tiempo (en Bruselas o barrios aledaños) incurrió en un delito de los más perseguidos en todo momento, llamado “contra la salud pública”. Allí adquirió unas 600 dosis de LSD (droga altamente alucinógena) que logró introducir en la ciudad lugar del destino burlando el registro aeroportuario puesto que había incrustado hábilmente los conocidos sellos “ad hoc” en dos cartones camuflados entre documentos que portaba en el bolsillo superior de la chaqueta y en la última hoja del Pasaporte.

A los pocos días comenzaron a sentirse los efectos de la peligrosa y alucinógena droga entre aquellos que la adquirían en ilegal compra, con preocupación ciudadana.

Al hilo de lo dicho: ¿qué es el LSD?

Es el ácido D-lisérgico obtenido, desde la misma antigüedad, del “ergot” o cornezuelo de centeno (en mal estado), utilizado por brujos, hechiceros o magos para curas o ceremonias por sus efectos alucinógenos. Producía (y produce) distorsiones subjetivas de la realidad con percepción de imágenes (distancia y tamaño) que no existen realmente, pero apareciendo reales para quien lo ha ingerido. Los colores aparecen más vivos y los sonidos se perciben exageradamente, así como fuerte estímulo con sensación de poder aumentado…Se le conoce como la droga del viaje. En ocasiones produce estados catatónicos, paranoicos y conducta suicida (u homicida), alteraciones del juicio, de la memoria y por último psicosis persistente, llamada “mal viaje” en el argot. En la rumorología de la historia, no oficial, se achacaba al abuso de “pan de centeno en mal estado” determinadas conductas de apasionado “acercamiento a Dios”, con prolífica facilitad para crear poesía, escribir enormes libros de variopinto contenido, dentro de una excesiva, por poco normal, actividad física…Pensamos en Santa Teresa de Jesús, San Juan de La Cruz, entre otras figuras de la España pre- y renacentista, incluidos muchos de los conocidos como “flagelantes”, comportamientos estos es digno de estudio…

¿Qué incidencias tuvo en el lugar la introducción de esta droga, muy de moda en aquellos momentos? Elemental… Comenzó a apreciarse en la ciudad una especie de “zombies” callejeros. Intervenciones policiales en lugares de consumo y traslado hasta la Comisaría o Cuartel de la Guardia Civil.

El caso que más recordamos es el de un tal Pupilo que ante el Inspector de Guardia se le indicó que se sentara en una silla colocada al efecto, alegando que allí no cabía él, que se sentía gigante. Apremiado por dos Policías a que lo hiciera dijo: “Ustedes son unos pigmeos con los que voy a acabar rápido…”. El pobre fue eficazmente reducido y sentado para ser interrogado antes de ingresar en calabozos como era preceptivo.

Otro hecho fue el de varios afectados con LSD que tras fracturar la puerta de madera de unos puestos para venta de pescado sustrajeron un gran mero, y lejos de hacer uso comestible del mismo lo acuchillaron y arrojaron a la arena de una playa cercana (hoy desaparecida). Totalmente inservible para la venta fue hallado por su propietario al día siguiente; y otro caso fue el de un afectado que se arrojó (delante de una conocida sala de fiestas) a un platanal desde una altura de cuatro metros, diciendo: “me voy a dar un baño marino” No murió de milagro. Y no digamos aquellos que murieron, casi todos, en un despegue imaginado en el aeropuerto de Breña Alta, llamado Viejo, en un coche cuyo conductor aceleró al máximo y "aterrizó" en la carretera sita en la parte norte de la pista, después de haber volado 40 metros...Se comentó este hecho, en una conferencia sobre drogas, por el que escribe, en el Colegio San Antonio, sin nombrar a nadie... Si bien a la familia de los fallecidos no les gustó ...

Evidentemente, son las reacciones psicomotrices descritas tras una sola dosis de la referida sustancia, mezclada con alcohol, como es conocido por profesionales de la medicina forense (y por la propia Policía), e incluso por el mismo José Manuel en detallada descripción empírica por el mismo, en el encuentro mencionado. Alguno de los anteriores, creemos recordar fue Pupilo, hábilmente interrogado manifestó haber adquirido dos o tres dosis al mismo. Inmediatamente se dispuso registro domiciliario, previa autorización judicial, con la detención de él mismo. Dio como resultado la recuperación de casi el total de las dosis de la citada droga (que aún mantenía en su poder). Pasó a disposición judicial que dispuso el ingreso en prisión preventiva, pero aún como presunto autor de los hechos. Celebrado juicio con petición de reclusión mayor por el fiscal (qepd), llegó a cumplir condena próxima a siete años, muy superior si fuese conocida versión que da ahora José Manuel. Sin embargo, nos consta por datos profesionales que estos delitos abundan hoy más que nunca en todas nuestras islas con proveedores y “camellos” que burlan, no siempre, la vigilancia policial y judicial, siempre expectantes...

No obstante él mismo, con el que mantenemos sana amistad, es hoy un ciudadano ejemplar dedicado a lo que siempre fue su ocupación habitual: la artesanía artística del cuero que vende con éxito a turistas y otros. En la reciente conversación mantenida se aportan nuevos datos para el libro a editar, donde se corrobora lo expuesto.


Capítulo...
POLICÍA BUENO Y “EL MALO”
Por Miguel Leal Cruz*


El pasado sábado en este mismo medio y en la columna de última página denominada La Tiradera (que en Venezuela tiene otra acepción…, exactamente prostíbulo), se alude un concepto muy común a casi todas las policías del mundo: El rol de Policía que hace de bueno y el que hace de malo en los interrogatorios (aunque aquella mención no se refería a esto concretamente) Mas, la alusión sí nos da pábulo para argumentar este artículo como otra más de nuestras peripecias policiales de antaño (y por hallarnos ahora en “impasse” académico, pero con excelentes perspectivas, parece).

Efectivamente. En aquella lejana época fue norma y costumbre habilitar estas “figuras” en los interrogatorios… Se elegía el de mayor estatura y corpulencia, desgarbado con aspecto de “bruto” y sí tenía apariencia o comportamiento de “loco” mejor. Está claro no era permitido por la Superioridad (por su efecto intimidatorio), pero de hecho se daban casos “aislados” por su efectividad en toda España (que alguien lo desmienta).

Eran utilizados en contra de la obstinada negativa de sospechosos con visos de autoría clara en un determinado hecho delictivo, en reincidentes recalcitrantes o en “conocidos de la Policía” por su historial; igualmente en personajes de todo tipo y condición, en casos especiales por su trascendencia o gravedad social: incursos en violaciones, asesinos de niños y ancianos, abortos clandestinos, pedeastría, necrofilia, bujarrones corruptores, atracadores con armas, o similares. La BIS utilizaba sus propios métodos, que podemos analizar en otro momento.

Recordamos casos como el de aquel individuo que asestó a su mujer unas 20 ó 30 puñaladas (el forense no pudo cuantificar) en hecho que se le probó, y una vez firmada la confesión (al que se asustó con previsible pena de muerte) dijo “de eso nada, en pocos años estaré libre y reharé mi vida…”, o la negativa de los familiares (en grupo) de un anciano que fue hallado cadáver por ahorcadura, colgado de la falleba de la puerta de su dormitorio a sólo un metro y sentado…Aquí fue necesario “el bueno, el feo y el malo” para determinar la presunta autoría y así remitir el atestado al Juzgado correspondiente con mínima coherencia probatoria.

¿Cuál puede ser un prototipo de esta figura “profesional”? Existían varios y distintos “modus operandi”; mas, rememoramos a uno determinado que personalmente llamaremos “Chovo”, destinado en una unidad de destino de la ciudad Condal. El citado “especialista” ocasionaba problemas tanto internos como en los servicios de calle encomendados, debido a su compleja personalidad. Usaba una peculiar vestimenta, permitida como “policía de paisano”, que consistía en una larga chaqueta de cuero, casi siempre, y tenía revólver calibre 45 que portaba en el interior de tres cintas de cuero (llamado “bikini” en el argot) y sujetado a unas cananas con balas de plomo de igual calibre a la vista y una porra metálica de las llamadas americanas (mostrando ambas armas en su estructura total). También usaba botas de clavos que hollaban los entarimados del piso (de madera) en las inspecciones de guardia, amargándole la vida a cualquier otro profesional. Se colocaba la placa insignia en el interior de la chaqueta de forma que al identificarse en el autobús (para no abonar transporte) o en cualquier sala de espectáculos para acceder o en acto de servicio cotidiano, mostraba no sólo la citada placa, sino el revólver, las cananas, la porra americana y los grilletes de reglamento. Claro que esto ocasionaba el estupor (por no decir espanto) de los presentes en cada momento (y no digamos en una detención). Pero la sociedad de aquellos momentos veía normal esta metodología y más en la región catalana donde esta Institución era muy apreciada.

La mayoría de los trámites policiales del momento no precisaban la intervención del “malo en cuestión”; así ocurrió con aquel otro anciano que fue presentado en la Comisaría por dos miembros de la policía local barcelonesa que manifestaron su extrañeza del porqué el ahora detenido anciano fracturó ante la presencia de ambos (que dirigían el tráfico vial en lugar próximo) la ventana lateral de un lujoso coche estacionado junto al Teatro Apolo (de la Avda. de Marqués del Duero) barcelonés. Preguntado por tal actitud él mismo dijo: ¡Sr. Inspector, yo lo que quiero es ir a la cárcel este invierno que allí me dan de comer, me tratan estupendamente y si me porto bien me dan vino en las comidas…! Hechos estos muy frecuentes en la picaresca del momento, muy diferente a la que vivimos hoy; incluso el de otro que al ser puesto en libertad por cumplimiento de condena cometió nuevo delito al arrebatar violentamente el bolso a una señora en la misma puerta de la prisión barcelonesa de Plaza de España, hoy sustituida por otros fines. Queda claro provocó el hecho para ser detenido, encausado, juzgado y reingresado a prisión.

Sin embargo, el policía “malo” sí era preciso, en principio, para interrogar a sospechosos de ser presuntos autores de continuos robos con intimidación, llamados delitos contra las personas, o en interior de coches estacionados en el Parque de Montjuich (más de 30 por noche). Claro que nunca se podía justificar, ni permitir por el jefe del servicio, aquellos “procedimientos” en los que, una vez puestos varios efectos procedentes de robo sobre una mesa (radiocasetes, joyas, relojes y otros diversos objetos) se le preguntaba al detenido: ¿cuál es (o son) el tuyo? Negaba en principio, pero al acceder “el susodicho especialista” en la sala preguntando ¿Qué o a quién hay que “repasar” hoy?...

Se ha de hacer constar que la asistencia letrada como tal no se implantó (con verdadera garantía jurídica) hasta principios de la década de los ochenta en que aún se denominaba al abogado de oficio como “convidado de piedra” por su poco protagonismo ante la Policía en aquel momento, y maltratados desde la perspectiva jurídica salvadas excepciones...

En honor a la verdad aquellas “repasadas” ayudaban a que la gran ciudad (con 14 comisarías de distrito, amén de otras muchas unidades policiales) mantuvieran el menor número de hechos delictivos (que en aquellas fechas sí se denunciaban todos por constituir incluso responsabilidad para los afectados)

Y, además, ha de hacerse constar que los autores de la comisión de los mismos no eran españoles todos; los “chorizos” (choros), gitanos, “quinquis”, descuideros, piqueros atracadores, timadores, bujarrones, trileros o estafadores, entre otros, eran en gran mayoría de origen norteafricano, hasta el punto que en las fichas identificativas en papel con datos personales, o con las búsquedas y capturas que confeccionaba la Dirección General de Seguridad y remitidas a las diferentes unidades, la mayoría tenían apellidos de aquel origen; a veces dando nombres diferentes y cuya única forma de identificarlos plenamente era por la huella digital (personal e intransferible con los ocho puntos coincidentes) y que a veces reunía en una sola persona detenida más 16 identidades diferentes aportadas falsamente en todo el territorio nacional como consecuencia de repetidas detenciones.

Ha de aclararse, por último, que determinadas Unidades de Policía Judicial en el curso de las investigaciones, de “motu propio” o por orden de la Superioridad (judicial o administrativa), pueden proceder a la detención de personas (racionalmente incursas en presuntos hechos delictivos) sin necesidad de orden de detención judicial, siempre que el plazo de la misma, previa reseña policial, no supere 72 horas para delitos comunes, (o el de 8 días para delitos de terrorismo) como así recoge la normativa vigente.

INSPECTOR JEFE POLICÍA EN SITUAC. DE 2 ACTIVIDAD

*Artículo publicado en el Mundo-La Gaceta de Canarias, día 2marzo 2007


Capitulo...
EL CASO DE LA BASE DE ROTA
Por Miguel Leal Cruz

En nuestro habitual (y variado) artículo semanal para este medio toca hoy el referido a la memoria policial (otro más), en concreto al hecho anecdótico que tuvo lugar (primeros años de la década de los setenta pasados) en el interior de la base americana que disponía (y dispone) la flota americana para el Mediterráneo. Ahora constituye otro salvoconducto de paz en lo que se intuye (vaticinan) como origen de una tercera guerra mundial entre islamistas y no islamistas, precisamente en la frontera de ambas posturas: (¡y el vástago destinado a Afganistán en septiembre!).

Como sabemos, consecuencia del Convenio de defensa y ayuda económica entre el Gobierno Eisenhower y el de Franco a partir de septiembre de 1953 (que salvó a este de previsible caída política en unos momentos sumamente álgidos para el régimen), surgió entre otras la base aeronaval conjunta de Rota, en el litoral oeste de la localidad gaditana que lleva su nombre.

En aquellas enormes instalaciones surgió el incidente en la que no fuimos ajenos. Regresaba de vacaciones desde Barcelona vía Sevilla conduciendo el vehículo que había de embarcar en el buque “Ernesto Anastasio” desde el puerto de Cádiz vía Gran Canaria, Tenerife y destino a La Palma (mientras mi familia tomaba el avión). En las proximidades de la famosa base recogimos una mujer que hacía “autostop”, nada sospechosa y de buen ver. Como programa de viaje decidimos visitar las instalaciones del emporio bélico (y social) hispano norteamericano. Nos adentrarnos por una puerta, al parecer secundaria en la que no existía personal alguno. Sorteamos la garita que guardaba las instalaciones militares de acceso al amplio perímetro (rodeado por sólida valla metálica de 8 kilómetros), sin que nadie lo impidiera. Conduciendo el Volvo-144 recorrimos varias de las vías, de los 130 kilómetros de carretera interior que disponía, en principio sin problema alguno. Apreciamos la vida de los norteamericanos (residen en total, aún hoy, casi diez mil con sus familias, aparte el personal español), militares por todos sitios, armamento, sólidas estructuras, una sargenta de color haciendo “footing”, fuerte olor a salchichas y a otras diversas frituras. En estos momentos se puede acceder libremente a los restaurantes y otros sitios de ocio en lugares restringidos, incluso deportivos, pero no en aquellas fechas.

Tras una media hora de recorrido divisamos la puerta de salida, de mayor categoría que la primera por la que pretendía salir. Nos obligó a parar uno de los militares americanos al que se apreciaba autoridad y rango quien se quedó extrañado de nuestra presencia en el lugar. Me preguntó en un mal español de dónde procedía. Le hice ver que habíamos accedido por la puerta oeste sin problema alguno… Me ordenó estacionar el vehículo y cuando aprecié que la cosa no iba bien le dije que era policía español que visitaba la base como particular y por curiosidad intelectual, pero el obsecado militar no soltaba prenda. Cuando me identifique lo aprecié más calmado. Si bien cuando miró en el interior del vehículo y descubrió entre los asientos delanteros la cámara super-ocho de mi propiedad (marca Eumig de fabricación austriaca que hacía muy buenas películas), se puso verde como un ciempiés y me obligó a bajar del coche, tal vez sospechando fuera un agente enemigo del espionaje (en plena guerra fría). Quien estaba un poco nerviosa era la dama que me acompañaba y yo mismo, por que allí te buscaban un problema por menos de nada en aquellos tiempos y pasabas a los calabozos sin siquiera preguntar quién eras.

Aprecié la presencia del puesto de la Guardia Civil como refuerzo de la puerta de acceso en el perímetro exterior. Requerí al Sargento y le expliqué el caso; habló con el militar americano en cuestión, pero éste no quedó convencido. Al fin el compañero de la Guardia Civil le dijo “que (yo) era hijo de un Comisario de Policía amigo de los mandos americanos” y entonces sonriente sí accedió, saludó y nos permitió salir. Me despedí del Sargento al que agradecí su intervención y magnífica “engañina” que me salvó de una comprometida situación, y al que llamaré siempre mi otro Ángel Custodio.

Nos dirijimos hasta el pueblo de Rota como “alma que lleva el diablo”, pero por confusión en el itinerario a seguir, retornamos, sin querer claro, a la misma puerta donde había surgido el lamentable incidente. Logré sortear la zona y tomar nuevamente la carretera a Rota, pero la dama que me acompañaba todavía nerviosa me dijo que parara, y tras darme un fugaz beso prontamente tomó su bolsa de viaje despidiéndose a toda velocidad…, tal vez por temor a que aquel militar americano volviera. Y claro me quedé sin acompañante…

Reflexionando me pregunté ¿si esto ocurre en territorio español cómo sería en Guantánamo? Es claro que los Estados Unidos han llegado a ser la primera potencia mundial (en todos los órdenes hasta hoy) por dicha metodología. En sólo 240 años, tras insurrección contra la madre patria: La Gran Bretaña; y en desigual enfrentamiento con indios, franceses, españoles, mejicanos, cubanos y otros, han alcanzado aquel objetivo “manifiesto”; ahora como gendarmes del Mundo, si bien en estos momentos les está fallando “la porra”, que tampoco es bueno para la paz mundial.

Así se entiende el por qué un antepasado despotricaba hace años, referido a sus continuos contactos con norteamericanos en Cuba. Repetía con frecuencia: “Gringos” entrometidos, “cerdos yanquees”... Y los nietos nos preguntábamos siendo mozalbetes: ¡¿qué le habrán hecho a este hombre aquellos hermanos de Cuba…?!


Capitulo...
EL CASO DEL ARTEFACTO-BOMBA BASURA
Por Miguel Leal Cruz

En la colaboración semanal para este medio, hoy correspondía la segunda parte del proceso electoral, especial, habido en Cuba… El encuentro con un antiguo compañero policial: el Comisario Jacinto Muñoz, de avanzada y saludable edad con el que departimos sobre viejos tiempos, produce la modificación en la argumentación previa, máxime cuando otras circunstancias poco profesionales y de poca ética corporativa, justifican la modificación argumental prevista. Exponer argumentos empíricos, de uso didáctico, con rigor por bien conocidos.

En consecuencia, retomamos nuevos casos policiales anecdóticos, en base a hechos reales, habidos en diferentes lugares de nuestro país durante la década de los años setenta- del periodo de Gobierno con jefatura del General Franco (que alcanza asimismo la llamada Transición)-, que desgraciadamente se repiten hoy con menosprecio de reglamentos y de la propia ley, a pesar del auge de libertades, delimitación clara de competencias, criterio comunitario por integración en la UE, etc.

Nos hallábamos, profesionalmente, destinados en una Comisaría de Distrito de la populosa Barcelona, Pueblo Nuevo, tras haber sido removidos de la BIS (Brigada de Investigación Social) a principios de los años setenta; una zona problemática por la enorme proliferación industrial y por ende de contestación obrera: amplia zona con inmigrantes de otras regiones, al norte de la enorme urbe, con tupidas barriadas-dormitorio para clases menos pudientes…, delincuencia preocupante incluso para aquella época dictatorial y de aplicación estricta de la Ley vigente.

La zona industrial La Macosa era la reina de los disturbios…a lo que se sumaba el llamado Campo de la Bota nido de “quinquis”, mafiosos, y toda clase de peligrosos delincuentes (lugar este hoy remodelado para formar parte de lujo de la ciudad mediterránea)

Miles de octavillas clandestinas anti-régimen aparecían en los momentos previos a huelgas o manifestaciones, a veces con enorme peligro para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que “contundentemente” sofocaban cumpliendo las drásticas órdenes superiores. Resultaban cientos de detenidos, algunos heridos, y otros considerados sospechosos pasaban a Jefatura Superior en Vía Layetana que disponía de enormes calabozos subterráneos. Allí se seleccionan peligrosos y no peligrosos (a ojo de buen cubero) por el inspector-jefe de turno.

Las policías de distrito tenían la poco atractiva misión de recoger las referidas octavillas clandestinas, banderas y otros signos contestatarios, que, a veces, para no levantar actas oficiales, eran destruidas (quemadas) en el mismo lugar de su aparición.

Con frecuencia estos disidentes, o sus órganos, colocaban artefactos explosivos que no sólo producían daños materiales (algunos en monumentos o símbolos del régimen…) sino que causaban alguna que otra muerte entre miembros de dichas Fuerzas y Cuerpos… Un GC en El Clot-Meridiana, por aquella época, o en civiles heridos en Montjuich, y otros.

Sobre las catorce horas de un día, por aquellas fechas, hallándonos como responsable de servicio (Inspector Jefe de Guardia) en la Comisaría de Paseo del Triunfo, una vez despedido el Comisario Jefe (que llamaremos D. José), éste retornó preocupado a las dependencias policiales, situadas en la segunda planta del inmueble, apremiando con urgencia que se llamara al Servicio de Artificieros del Ejército por que en la puerta de acceso había un paquete sospechoso que pudiera ser un artefacto explosivo. Nos personamos con otros policías y apuntamos que “deberíamos mover el envoltorio sospechoso, ante la poca verosimilitud que pudiera ser realmente un artefacto, con una larga caña de bambú que había en el patio”, a lo que el Comisario se negó. Era hombre excesivamente prudente y además buena persona para aquella dura época. ¡A la orden D. Pepe…! se le dijo. Fue rodeado el edificio con fuerzas policiales requeridas ex profeso del Acuartelamiento de la Verneda (Policía Armada más tarde unificada al CGP) y Policía Local, siempre dispuestas a la colaboración en aquella época.

Cumplimentada la orden fueron solicitados los Servicio del Ejército (especialistas en desactivación de explosivos), como norma para estos casos y únicos profesionales. Llegaron un cuarto de hora más tarde en un jeep descubierto al mando de un Sargento con un cabo y cuatro soldados del ET. Procedieron a unir varios tubos que atornillaban hasta sumar una longitud de varios metros, y comenzaron a remover y destruir el paquete desde una distancia de 6 metros… Era el mismo método que se pretendía llevar a cabo antes de ser requeridos estos especialistas militares (en aquellos ya lejanos momentos, métodos hoy superados técnicamente)

Se logró destruir el paquete sospechoso y para sorpresa de todos, y la risa de algunos, contenía basura doméstica, dejado por algún vecino mal intencionado, y con muchas envolturas (pieles) de plátanos (canarios por supuesto, puesto que en aquella época no afectaba la desleal competencia de países caribeños para este producto).

El comisario contrariado se retiró, disponiendo antes que se levantara acta con la instrucción de diligencias del hecho…, y remitir a la Superioridad.

Días más tarde, el asunto iba a ser más serio, pues hubo que detener a varios enlaces sindicales en la fábrica La Macosa SA, e ingresados en calabozos de esta misma Comisaría. Se ha de aclarar que las instalaciones policiales, casi todas en esta Ciudad (y resto de España) estaban situados en primeras plantas, o principales, en las que siempre se hacía uso de todas las habitaciones o dependencias disponibles de lo que en origen eran grandes pisos que, tras la guerra civil, fueron adquiridos para tal fin. El amplio hall sería la Inspección de Guardia, de enorme trascendencia en aquella época (y buzón clave para todos los servicios), a más de las dependencias administrativas o diferentes brigadas en cada una de las habitaciones. En todas y cada una no podían faltar colgados en la pared el retrato de entonces Jefe del Estado vestido de uniforme. Los calabozos se instalaban en la cocina del mismo inmueble; se recuerda a los detenidos durmiendo sobre los azulejos…, con la manta reglamentaria, claro; o en el trastero…según fuera la distribución. El lujo brillaba por su ausencia, salvo el despacho del Comisario Jefe que ocupaba una habitación preferente, con amplio “tresillo” para recibir amistades (recuerdo a un jefe, buen amigo, que sustituyó el ajado oficial por uno propio que se pagó él) y con ventana a la calle (sigue…)


Capitulo...
COMISARÍA LAGUNERA. CUALQUIER TIEMPO PASADO FUE…¿PEOR?
Por Miguel Leal Cruz

Inspector-Jefe del Cuerpo Nacional de Policía
Jubilado, ahora editor

En un medio regional, en papel y digital, se alude a esta problemática reiterante…Se dijo: La noticia que parte de EUROPA PRESS, pasado Sep. 23, que fue editada en varios medios, incluido este, en torno a la seguridad técnica de los vehículos policiales, con alusión expresa a Santa Cruz de Tenerife, y con más detalle, aún, a la Comisaría de La Laguna que conocemos bien, constituye otra evidencia más del efecto de la crisis que nos azota. Noticia ésta, que desde fuente informativa, parece interesada, de la CEP Confederación Española de Policías, no puede por menos que sorprender y preocupar, por obvio….

Con el máximo respeto para el Sindicato denunciante, pertenecimos al SUP (Sindicato Unificado de Policías), conocedores de esta vieja problemática como responsable (entre otras cosas) del Negociado de Automoción en este Distrito lagunero durante la pasada década; y hasta donde se puede opinar, oficialmente (para no incurrir o resultar administrativamente incorrecto) en torno a esta preocupante noticia, plasmaremos, objetivamente, algunos detalles que de seguro implican curiosidad informativa, referido a la noticia, y específicamente a dicha época, que, además, forman parte de un libro, Memoria Policial de Antaño, harto anunciado…, pero no olvidado.

El amplio distrito lagunero, a efectos de cobertura policial y de vigilancia con vehículos oficiales, precisaba (y precisa) elevado número de unidades aptas técnicamente para la seguridad de la misma dotación oficial, como de terceros. A estos efectos, como responsable, cada mañana habríamos de cuantificar cuántos vehículos revisados había en taller, disponibles para patrullaje, y así completar el número óptimo preciso a desplegar en tan amplio distrito: Rodeos-Guamasa, Taco-La Cuesta-Mercedes-Anaga, Valle de Guerra- Teiina, Bajamar-Punta Hidalgo; a sumar, a veces, servicios extras de auxilio fuera del distrito…

Para el mantenimiento de los vehículos oficiales (todos de segunda mano, y se comentaba que ninguno pasaría la ITV legalmente, …obviada de hecho) se precisaba continua demanda de material o piezas de repuesto, algunas fáciles de obtener en esta Provincia, otras de desguace de otro vehículo similar (sacrificado con este fin), y en última instancia se requerían a Madrid, o Valladolid, pues la mayoría en aquella época eran magníficos Citroen de inyección a gasolina y de gran cilindrada, alternando con jeep, Nissan, diesel fabricados en Jaén.. Se recuerdan detalles cómo que los mecánicos solicitaban, además, alambre flexible, grueso y no acerado… y muchas abrazaderas, metálicas o de plástico… Obvian las explicaciones… Además esto es norma en cualquier taller de reparación de vehículos. Si bien, las malas lenguas, ya se sabe…

Algún que otro Talbot, sin la dirección asistida… y con el chasis doblado por una colisión en acto de servicio. Por falta de otros, era utilizado, a veces, por este que escribe, cuya conducción resultaba difícil por su mismo riesgo, incluso para terceros; si bien tenía una ventaja, pues era blindado a prueba de balas ¿…? al igual que otro en La Comisaría de La Palma con iguales características técnicas.

Desde perspectiva ideal, pongamos el supuesto que se precisan X vehículos en total. El responsable máximo de la Comisaría preguntaba, por teléfono interno: ¿cuántos Leal?; se le informaba, con apenas variación cotidiana, de la existencia de X-5. Ante su contrariedad obvia de “cómo es posible…”, se le apuntaba con sana ironía: Puede hacer uso de mi Volvo… ¡No me gaste bromas con estos asuntos, Leal…!

Sin embargo, durante 10 años, que recordemos, nunca dejó de acudirse a ningún requerimiento serio de los ciudadanos, o dejar de intervenir en asuntos graves, a la hora que fuere, incluso manteníamos escoltas permanentes, así como protección a detenidos ingresados en el Hospital. De eso se puede dar fe. ¡Qué el problema existía y persiste, claro que sí…! ¿Y dónde no, con esta crisis inigualable?... Para la década citada llegamos a aceptar vehículos nuevos regalados por el Cabildo de Tenerife… ¿Quién no recuerda aquello…?

Asimismo, no se debe olvidar que con mínimos y no excesivos trámites oficiales entre la Policía y la Jefatura de Tráfico (con visto bueno de la Judicatura, interesada en la instrucción, aspectos más que conocidos jurídicamente) se habilitaban variados vehículos particulares intervenidos, la mayoría de lujo, procedentes de requisas judiciales, legalmente, por hallarse sus titulares, o poseedores, acusados (y embargados) formalmente en sumarios; algunos de sus titulares en prisión por la comisión de numerosos y variados delitos, especialmente relativos al tráfico de estupefacientes… Esto constituía una gran ayuda coyuntural para la Policía, y, por ende, auxilio a los responsables de Automoción, al tiempo que se cubrían servicios especiales que precisaban la actuación incógnita... O en otras misiones sumamente importantes para la seguridad del Estado, a veces peligrosas… Pero, esto ya forma parte de otro debate.

A este respecto, automoción oficial y seguridad ciudadana, escribíamos por aquellas fechas, 4 marzo 2002, Canarias ahora.com, que: Las noticias aparecidas recientemente en torno al grave problema de la inseguridad ciudadana a nivel global, pero singularmente en esta ciudad de Aguere, nos hace reflexionar, una vez más, sobre el acuciante asunto que ya comienza a desbordarse con grave perjuicio para la actividad fundamental de nuestras islas: el turismo.

La policía municipal lagunera, el Cuerpo Nacional de Policía y la sección de urbanismo del Ayuntamiento, han sido incapaces de resolver el problema creado por el divertimento juvenil, por otra parte común y que afecta a diferentes sectores del ocio en otras grandes ciudades de nuestro país, extensible a la de Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas, Arrecife etc.

Nos referimos a la llamada "movida", llamada ahora "botellón", que desde los jueves por la tarde atormenta a prácticamente toda la vecindad que encuadra el conocido sector urbanístico desde hace años inmerso en permanente "pie de guerra" por tal motivo y tras su desplazamiento desde los aledaños de la Avda. de la Trinidad.

De nada han servido las continuas reclamaciones de las diferentes asociaciones vecinales que han denunciado reiteradamente los males que aquejan a la citada zona de ocio y exaltación juvenil. Denuncias de la más variada gama, cuyas infracciones son tramitadas ante el propio ayuntamiento, policía y otras instancias superiores, siempre sin el resultado deseado y consideradas las más frecuentes: el excesivo volumen de aparatos musicales, expedición de bebidas alcohólicas que se consumen en la misma calle, donde se canta y baila hasta altas horas de la madrugada.

Consumo de drogas y presencia de menores de edad que acceden, sin grandes dificultades, a los citados locales. Igualmente se denuncia la “permisividad” en el horario de cierre y apertura, y se tolera la superación del aforo de determinados locales donde se fuma, bebe y se grita hasta el paroxismo. Conducta esta que se traduce en el sufrimiento vecinal de aquellos que intentan el normal descanso sin lograrlo, afectando gravemente en muchos casos la propia salud de determinados vecinos especialmente los de edad avanzada y, sobre todo, la de aquellos que habitan domicilios situados inmediatamente encima de los locales.

¿Qué se puede hacer? Tomar referencia en otras situaciones similares donde el problema no se produce.

Barcelona es una de las grandes ciudades que, en este aspecto, combina el ocio tradicional en los fines de semana con la tranquilidad de los vecinos "incursos" en el territorio afectado. Es típico de los catalanes el divertimento nocturno en su gran urbe sin que se conozcan alteraciones de este tipo en ningún lugar, al menos que revistan tanta gravedad noticiable, incluidas las famosas Ramblas.

Las instituciones oficiales tinerfeñas han de crear soluciones viables, pasando todas ellas por una eficaz política de juventud y sobre todo procurar que los centros de ocio y esparcimiento se creen "ad hoc" en lugares próximos a la ciudad. Se hace necesario amplias infraestructuras en zonas libres, lejos de viviendas habitadas, con variado servicios en transporte público y protección policial especializada acorde con el carácter de la misión a desempeñar.

Haciendo claro uso de coherencia en la defensa de los intereses de los ciudadanos canarios y en la resolución de los problemas, abogamos, entre otras medidas, por suspender el tráfico rodado durante los fines de semana, en horas de noche, por las calles de la citada zona conflictiva, y desviarlo a las amplias avenidas circundantes: Calvo Sotelo, Trinidad o hacia el recinto universitario. Es evidente que cesarán o disminuirían los ruidos y los efectos de los "botellones", "litronas" y "otras cosas", que portan los vehículos. Las consecuencias de estas medidas tendrán el resultado obvio, sospechamos. Pero es que hoy, diez años después, aún no se ha resuelto satisfactoriamente…


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LOS CASOS DE PETRO “EL COMISARIO”

Por Miguel Leal Cruz ( http://www.periodismohistorico.net )

En la búsqueda de argumentación anecdótica (en base a hechos reales) para un proyecto editorial de memoria policial de antaño , bastante avanzado, nos encontramos con frecuencia, una vez más, con un compañero al que llamaremos Petro también en situación de segunda actividad; con él mismo nos une no sólo la relación profesional obvia sino la amistad personal, tras más de diez años de colaboración recíproca en la Isla Verde. En esta ocasión hablamos de cosas más profesionales que en anteriores, incluso de un problema interno con el que, al parecer, se trata de deslegitimar una (su) trayectoria profesional ejemplar, sacrificada y sobre todo muy efectiva.

Nunca ha ostentado la categoría policial que alude el título, salvo que se interprete de forma genérica como persona vinculada a una comisaría de policía. Si bien es conocido por El Comisario por su relación profesional y “diplomática” a alto nivel, unido a su entrañable trato con las gentes en el campo profesional (para esclarecer presuntos hechos delictivos) sin perjuicio del propio personal. Relaciones ambas que se traducían en excelentes servicios a la Policía (desde sus confidentes) y por ende para la sociedad a la que se ha de servir; en especial en la lucha contra la delincuencia organizada, tráfico de personas (o de estupefacientes) casi siempre en relación.

Es natural de una localidad lagunera en la carretera de Bajamar; precisamente destinado en La Laguna, a finales de la década de los setenta pasados, fue objeto de daños intencionados en un coche Peugeot, no deportivo-capota que usaba Colombo –Peter Falk- en los telefilms de gran audiencia antaño, sino en el modelo normal de su propiedad al que colocaron un artefacto explosivo en una rueda delantera. El hecho fue achacado a actos terroristas del MPAIAC, por aquellas fechas, por lo que fue conocido por algún tiempo como “Petro el del Barreno” (o el de la bomba). Esta circunstancia fue determinante para ser destinado en la Isla Verde, donde tenía mejor sueldo (por ser isla menor). En la única dependencia palmera coincidimos profesionalmente hasta el año 1993. Por nuestra condición de superior a más de profesor de EGB por aquellas fechas, se nos encomienda por el Comisario Jefe enseñarle (a Petro) redactar e instruir toda clase de atestados policiales (judiciales, de tráfico, contra las personas, estupefacientes, etc.) amen de otras diligencias complementarias que había de plasmar por escrito (a máquina Olivetti) como instrucción previa para remisión a la Autoridad judicial o a otras instancias.Ya se apreciaba desde aquel momento su predisposición e interés para llegar a ostentar dicho apelativo, en lo ficticio; así es conocido tanto allí como aquí o en Península..

Por ser permisivo como jefe y como superior estuvimos a punto de sufrir los rigores de la investigación interna (aunque alguna cayó…), pues era hombre aficionado a la vida nocturna (como casi todos los policías), desde burdeles y otros a la caza y captura de mujeres dominicanas, cubanas y otras ilegales en el país, o de la droga en circulación.

Recordamos otra anécdota por las que Pedro en su afán investigador, una vez finalizado un acto oficial en El Fuerte…, ambos de uniforme y en coche oficial nos trasladamos hasta un determinado lugar en la carretera del Norte. Allí Pedro entró en una habitación con una dama dominicana, se entiende para hacer gestiones pertinentes. Pero, como quiera que tardaba demasiado requerimos a la encargada le dijera que estábamos de servicio pero fuera de cobertura por la radio oficial. En efecto al llegar a base, casi nos “entuban” a los dos; Pero como acto de servicio el hecho no trascendió…Cosas de Pedro, también conocido como “El león de la Metro”.

Desde principios de los noventa Petro usaba un atuendo muy personal pero apropiado para pasar desapercibido en los círculos de la droga en los que había de infiltrarse. Llevaba una característica vestimenta similar a los “traficantes” y entre otras prendas gruesas cadenas de oro al cuello con medallones de gran tamaño, tal vez seguía e imitaba a determinados personajes con misiones similares en otras policías del mundo. En uno de sus constantes desplazamientos a La Laguna en visita familiar, a principios de los noventa, este atuendo le ocasionó ser víctima de un “atraco a mano armada” en una popular heladería sita en la carretera de la Cruz Chica…Allí se hallaba con su atuendo en joyas característico cuando entraron tres individuos, uno con una escopeta recortada que disparó desde la puerta para intimidar, mientras los otros dos provistos de machetes desvalijaban a los clientes, y a Pedro que fue obligado a permanecer en el suelo boca abajo mientras le apuntaban y robaban… (mal asunto para un profesional). Se llevaron el botín y la caja registradora, pero no el depósito del dinero. Los tres delincuentes volvieron a por el resto… Más tarde, tras varios atracos con mismo modo operando fueron detenidos en una arepera venezolana al ser rodeada la manzana con fuerzas de policía en la “Operación Pollo” (así conocida), tales delincuentes.

Pedro León…(cuya identidad permite) con más de 81 felicitaciones oficiales y menciones, nunca recuperó ¿…? las joyas valoradas en más de dos mil euros. Ahora resulta que tras próximo a cuarenta años de profesionalidad ejemplar (de lo que damos fe), parece ser objeto de expedientes de última hora por motivos nimios y poco claros, según apuntan, y más cerca del resentimiento personal de otros miembros que a la presumible infracción cometida, al menos esto es lo que se conoce y se desprende desde otras fuentes (no oficiales, claro) Es lamentable que esto ocurra todavía. De todas formas: ¿Qué le pregunten a quién esto escribe… que también sabe de injusticias?

Realmente, como opinión, se ignora por qué quieren “meterle un paquete” a este fiel y eficaz policía, compañero en el servicio por mucho tiempo…


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PRÁCTICAS DE TIRO (INUSUALES)
Por Miguel Leal Cruz*


Una vez leída (expuesta) nuestra (parece con éxito) tesis doctoral por Periodismo y al apreciar que “la sangre no ha llegado al río” (ni tampoco me han agobiado los compromisos que esperaba), retomamos otro de nuestros argumentos preferidos que (además) integran un nuevo y avanzado libro (otro) sobre memoria policial empírica (profesional, claro), por destacados y peculiares servicios llevados a cabo.
Es de sobra conocido en cualquier parte del mundo la policía (la española referida a los C y FSE, pues la policía municipal y asimilados-afines tienen otras normas de rango inferior, subordinadas a la Ley de CFSE) han de ejercitarse en el manejo de las armas (todas, incluidas las llamadas de defensa personal) y consiguientes prácticas de tiro real por aquellos miembros que han de portarlas en el duro ejercicio profesional ante delincuentes (y mafiosos), cada vez más osados y mejor armados en cualquier lugar de nuestra geografía patria.
Es obvio que estos profesionales de la policía portan pistola (con bala de hierro en cargador) o revólver (con bala de plomo en tambor rotatorio) normalmente de alto calibre, 9 mm corto, largo o 9 parabellum en pistola y 38 o 45 en revólver (cañón corto o largo), para que resulte efectiva su defensa personal, colectiva o como medio persuasorio (a veces disuasorio) que evite la comisión de delitos de todo tipo (incluidas las unidades especiales contra el terrorismo que además portan armas de guerra en su quehacer cotidiano)
Haciendo uso de nuestro peculiar estilo humorístico (no siempre) apuntamos que en cierta unidad de destino (no en lo universal) a falta de instalaciones propias para dichas prácticas oficiales y obligatorias, se nos asignó el campo de tiro militar del lugar, al que acudíamos en determinadas fechas previo acuerdo entre los mandos de la institución militar con los policiales sin que nunca hubiera habido dificultad alguna.
Pero como en todas las instituciones existe picaresca ; algunos funcionarios ejercitaban dichas prácticas de tiro (no legal) en un basurero municipal, alejado de la ciudad y en el interior de un enorme barranco sin viviendas próximas, pero usando objetivo de puntería (dianas móviles) las abundantes ratas que de gran tamaño (como gatos decían) proliferaban en gran número entre los restos de basura depositada por los camiones municipales de recogida con desechos comestibles. Mas, al socaire de tales desechos de supermercados de la zona (suficiente para alimentar miles de ratas), vivía un vagabundo con domicilio dentro de una cueva en el acantilado del barranco y próximo al vertedero, quién a pesar de los intentos de la misma policía a instancias de la sanidad oficial para ingresarlo en un centro de acogida, se negaba insistentemente a ser asistido alegando deseaba permanecer en aquel lugar donde decía ser feliz, y al igual que Felipito Tacatún, decía: ¡Yo sigo…!.

Y ocurría que cuando los policías efectuaban las referidas prácticas (inusuales) de tiro con bala de gran calibre el vagabundo salía de su cubil, cual pretérito aborigen guanche lleno de andrajos, para amonestar a los agentes hasta el punto que amenazaba con denunciarles ante las autoridades competentes por no “dejarle vivir en paz”.

El referido que no era natural de Islas Canarias sino de las baleáricas vivía y dormía a lo Robinson Crusoe en el citado habitáculo cueva, pero logró con sus quejas que las autoridades suspendieran el uso del citado campo de tiro improvisado. Pasado un tiempo él mismo consecuencia de los humos del vertedero y forma de vida tan poco saludable, enfermó y hubo de ser ingresado en un hospital sanitario (esta vez sí) Fue asistido prontamente, bañado y alimentado con normalidad en dicha institución aunque murió a los pocos días ¿…?, no sin antes haber sido localizada su familia (con solvencia económica, se decía) que se personó en el citado hospital para atenderlo en los últimos momentos de su azarosa y complicada vida.

Al parecer padecía de falta de salud mental, enfermedad muy abundante e in crescendo en toda clase de personas incluso de status social elevado en lo cultural o económico que presumen de excelente lucidez e inteligencia, pero…la realidad es otra que cualquiera aprecia, incluso ocupando puestos de responsabilidad y decisión sobre otros (que es más anormal aún)

Lo que sí ha de quedar claro es que tras la muerte de esta persona, parece se retomaron las referidas prácticas de tiro puesto que al fin y al cabo no molestaban a nadie, salvo el citado mendigo en vida, quién, al parecer (lleno de sabia filosofía) había dicho a los agentes, con intuición quijotesca: ¡Cuidado que las pistolas las carga el diablo!, para añadir “vosotros lo que han de hacer es disparar contra los ratones que pululan por estas islas ratoneando todo lo que encuentran para meterle el diente y creerse portadores universales de todo y de todos… sólo abiertos a sus latrocinios, estafas, corruptelas y demás ratonerías , favoreciendo sólo sus círculos íntimos sin temor ni siquiera a la Ley, que ya es grave…” Que lucidez la de este mallorquín dedicado a mendigar al final de su vida en esta nuestra tierra… Mas, ¿dónde tenía este hombre los amigos que decía tener…?

De todas formas lo anteriormente expuesto admite otras opiniones.


Foto del autor. (1998)


1 comentario:

  1. Pues, ¡qué pena!. El libro casi terminado con más de 300 páginas, con fotos, recoge una amplia descripción de la actuación policial, desde perspectiva anecdótica, en aquella época (siempre racional y ajustada a la Ley vigente del momento), NO PUEDE EDITARSE AÚN por falta de liquidez o ayudas económicas institucionales con garantía plena y suficientes... Si bien, tenemos la esperanza de que vea la luz más pronto que tarde por considerarse un documento racional y coherente del cómo actuaba la Policía, en los últimos años del régimen del General Franco, transición, y democracia plena hasta el año 2000. Este libro y su contenido no defraudará, de seguro.
    El Autor
    MIGUEL LEAL CRUZ desde
    PERIODISMO HISTÓRICO S.L. (en proceso)

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