29 de junio de 2008

EL TEIDE: HISTÓRICO FARO CULTURAL

DESDE CANARIAS a CUBANUESTRA (SUECIA)

Por Dr. Miguel Leal Cruz.



Este pasado día 27 (junio 2008) tuvo lugar el primer aniversario de la denominación de esta mítica montaña, por La UNESCO, Patrimonio de la Humanidad. Toda la prensa  española (e isleña) se hizo eco de merecido homenaje, a nuestro insigne monte y parque adyacente donde una productora USA usó como escenario natural y filmó “Enemigo Mío” trama galáctico de los años setenta. El ministerio español de Medio Ambiente ha reconocido al Parque Nacional del Teide y a su estratovolcán de 3.781 metros de altura como "uno de los lugares más ricos y diversos en sucesión de paisajes volcánicos y espectacularidad de valores naturales de todo el mundo" (según publicó ABC) 

Por su parte, el presidente del Patronato del Parque (y Cabildo de Tenerife)-Canarias-, Ricardo Melchior, dijo que la declaración reconoce los valores naturales del volcán y a la política de conservación. En un comunicado, indicó que se trata de un hecho que enorgullece a los tinerfeños, a los canarios y a los españoles, y añade que este reconocimiento debe servir para continuar en la línea, a aquellos que protegen la montaña y su entorno como bien cultural universal

Se ha pretendido aportar otro incentivo más para estudiar un seguro referente a aquellos pobladores del remoto pasado hacia estas Islas Canarias. Nada más apropiado para justificar tales eventos que un detenido estudio sobre el protagonismo geográfico, y de moda ahora: el Padre Teide, indicio para aquellos nuestros primigenios visitantes, base poblacional de muchos canarios de hoy, y por ende de aquellos que viajaron a América.

La vieja idea sobre este seguro referente para la arribada en diferentes momentos (y desde diversas procedencias) por antiguos visitantes a nuestras costas donde permanecerán, tal vez, forzados por las circunstancias, surge a raíz de visitas efectuadas a lo alto del promontorio geográfico en la Isla de la Palma: el Roque de Los Muchachos que supera los dos mil metros de altitud sobre el nivel del mar. Desde aquí, en visión apoteósica y durante algunos días del año, se vislumbra el gran monte Teide nevado destacando de entre las demás islas rodeadas por un cinturón de nubes como un dios mitológico que nos invita no sólo a su contemplación sino a la misma posesión…

Si consultamos la mitología de los antiguos clásicos desde la Atlántida de Platón y que con más realismo recopilan romanos, cartagineses o árabes en citas míticas, sin descartar bases reales (gran parte recopiladas por un canario de estas ínsulas nacido a la sombra del protagonista: Tomás Méndez), se pretende descifrar cual ha sido el vaivén incesante entre la Geografía mítica y la Geografía real en torno a este interesante promontorio producto de la orografía terciaria.

El atractivo que impone nuestra montaña nevada debió ser más intenso en la remota antigüedad, tanto por referencias religiosas (el Dios Echeide para los aborígenes, o maléfico o infernal para otros), y que el profesor Tejera Gaspar en el libro “La Religión de los Guanches. Ritos, mitos y leyendas”, hace exhaustiva referencia al mismo.

Atracción aquella  que se convierte en motivación necesaria para dicha arribada y asentamiento de diferentes estratos poblacionales, antiquísimos moradores en estas islas, pudiéndose aventurar cronologías superiores a tres milenios AC (los minoicos atravesaban las Columnas de Hércules (Gibraltar) hacia las Casitérites (Gran Bretaña) en torno a tales fechas).

La visión de tal inmensa mole, desde el mar o desde las estribaciones montañosas de las costas africanas próximas en ciertos días del año, sería una referencia obligatoria por cuanto el litoral africano, asiento de diferentes poblaciones, antiguo vergel en torno a 10-8 mil años AC, se convertía paulatinamente en el hoy desierto con apenas vida vegetal y animal propia. Aquella desecación progresiva queda probada científicamente, con ciertos periodos de recuperación, a través de las estratificaciones polinológicas fósiles, así como por otros restos, entre ellos osamentas de animales que hoy ocupan el hábitat tropical y ecuatorial africano. La altura de nuestra montaña supera la curvatura terrestre para visionarse en la costa continental próxima y por tanto punto de atracción.

Por todo ello es imposible negar tal embelesamiento así constatado y referenciado producto de la misma curiosidad o por la religiosidad o mitología propia de los pueblos cultos antiguos. Ya fuera por necesidad física o de conquista de aquellos ya fueran procedentes del vecino continente o a través del Magreb a la búsqueda de asentamientos más seguros por hostilidad del medio u otros, cronológicamente más actuales con procedencia de la cuna de las culturas en el Mediterráneo oriental (Creta, Grecia Antigua, los prospectores de metales, Egipto, los Pueblos del Mar con fuerte presión en la zona…), más tarde fenicios, griegos, cartagineses, romanos en continuas expediciones marítimas comerciales o de conquista que se extendían más allá del Estrecho de Gibraltar a poco más de mil kilómetros de este Archipiélago. Expediciones navales hacia el sur bordeando el continente africano que a la altura de Cabo Jubi, si no antes, intuían la presencia de nuestras islas y en días determinados, claros y sin calígene (calima), divisaban la impresionante mole blanca de nuestro Teide, nevado la mayor parte del año en aquellas fechas, más visible desde el Norte geográfico y contundente referencia para la arribada sin descartar el atractivo o curiosidad mítica.

La visión de nuestro monte es descrita por el navegante veneciano al servicio de la Corona de Portugal a principios del siglo XV, en viaje por las islas, de mayor dominio portugués por aquellas fechas, dice: “Tenerife es la más poblada y es la isla más elevada del Mundo, pues se la ve desde muy lejos, desde alta mar con tiempo claro y algunos marineros aseguran haberla visto a 60 leguas españolas (250 venecianas)”, que equivalen a unos 300 kilómetros que es la distancia hasta el antiatlas africano o hasta costa sahariana. Y añade: “del centro de la Isla se eleva hasta las nubes una montaña en punta de diamante…” ¿reflectante? O que arde sin cesar ¿en ignición?, descripción que hace impregnada de misterio…

Esta localización lejana del Teide, en ciertos días del año, los corroboran igualmente los textos árabes y lo que es más seguro: los pilotos de hoy. Preguntar a un piloto de aviación: ¿desde dónde vislumbra el Teide en la aproximación a Canarias? Indicarán que desde quinientos kilómetros o más (en diagonal, claro)

Por todo ello, si las embarcaciones a remo e imperfecta vela viajaban por todo el Mediterráneo e incluso se aventuraban en el Mar del Norte, Casitérites (Gran Bretaña), desde más de 2000 años AC para regresar al Dodecaneso (Egeo) con estaño, más razones existen para creer que estos pueblos u otros de similar cultura visitarían estas islas en cronologías paralelas. Está demostrado para fenicios y cartagineses, más tarde para romanos, y sin lugar a duda razonable el Teide constituiría la orientación y guía de más sentido común (frase hecha ésta tan de moda ahora e incumplida sistemáticamente) para la misma orientación en la arribada aunque fuera en otra isla una vez que fuera oteado y se fijara la posición.

Superada la navegación primitiva sobre troncos amarrados a modo de almadías, la vela fue un invento datados en cuatro mil años antes de Cristo, y el Mediterráneo se surcaba como algo cotidiano en el comercio del momento, por lo que, insistimos, en embarcaciones a remo con ayuda de vela y la distancia no excesiva para aquellas épocas entre la actual ciudad de Tánger y Canarias sería fácilmente superada con el viento alisio a favor y sin perder la vista a la costa africana. Existen otras teorías en torno a las corrientes marinas dominantes entre estas Islas y África, pero hoy fácilmente superadas por las pateras de inmigrantes ilegales que nos invaden por todo el este de nuestro territorio.

Las alusiones al Teide como gran monte o montaña sagrada son muchas que no transcribimos para no hacer excesivo este artículo. Aludimos, sin embargo, a las del autor latino del siglo I, Pomponio Mela que dice: “próximo a las regiones secas se encuentran unas islas que se cuenta ocuparon los hespérides, hijos de Hespero, el monte que se eleva más allá de las nubes más alto de lo que puede verse”.

Y para este último párrafo apuntar que el profesor Marcos Martínez, estudioso de la antigüedad clásica en torno a lo analizado, hace poco en un determinado foro cultural de esta isla ha dado fe, entre otras aportaciones científicas, del descubrimiento de un documento bizantino del siglo X, inédito, en el que se describen las islas Canarias y su maravilloso clima primaveral…, a la sombra del ahora y más referente turístico que nunca: el Teide.

Mas, ¿Cuánto importante fue este faro rocoso (nevado casi siempre) como referente para las correrías navales hasta el Mar Caribe y tierra continental americana desde Canarias, antes y después de la conquista de ambas espacios geográficos…)

Quí lo sa…

PERIODISMO HISTORICO, SL.

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