Artículo publicado en la web de La Opinión de Tenerife
A la vista de lo que cae y como ya se dijo hace más de diez años queda
claro que para encuadrar semántica y cronológicamente los términos del
titular (pechero e hidalgo) habremos de puntualizar que ambos se sitúan
en la alta Edad Media (con origen feudal) para adentrarse en el llamado
Antiguo régimen. Pero también se ha de clarificar que el primero es
totalmente antagónico al segundo en cuanto a que pagaban impuestos
(pechos) y los otros casi nunca, si bien en qué momento estos últimos
llegaron a "pechar" también, y ahora, claro.
Es difícil encuadrar a
los hidalgos entre el estamento privilegiado (nobleza) ni tampoco en la
del clero, salvo escalamiento previo hasta alguna de estas castas
sociales. Por tanto mientras los nobles y el clero no pagaban impuestos,
los hidalgos, infanzones, o nobles de segunda clase sí eran sujetos de
pago de tributos al igual que todos los integrantes del vasallaje (casi
esclavitud según teorías al respecto) que integrarán más tarde el tercer
estado hasta la total supresión de los señoríos y abolición del
referido status próximo a "hombres libres" pero dependiente laboral
sujeto a la voluntad o protección de otro (el señor primero, el noble
después y más tarde...)
La Revolución Francesa, a fines del siglo
XVIII (tras la declaración de los derechos del hombre en los incipientes
Estados Unidos), abolió totalmente aquel injusto sistema.
Sin
embargo, añadamos que en el pleno apogeo del Antiguo Régimen, siglos XV
al XVII, se promocionó e incrementó notablemente el número de hidalgos o
infanzones, entre destacados miembros del pueblo llano, por estrategia
real para minimizar a la que sí fue peligrosa nobleza tradicional (con
ascendencia en mayoría de antiguas castas romanas y visigodas), siempre
enfrentada a la naciente Monarquía, y de paso premiar la lealtad de
aquellos con su integración en el Clero o en el Ejército y, por tanto, a
partir de ahí, exentos de impuestos. No olvidemos que el término
caballero surgió en plena Edad Media en cuanto se dispusiera o utilizara
un caballo (montura por cierto prohibida a los pecheros) y que hubo
nobles por designación regia de entre clases inferiores, e incluso de
sangre judía.
Como decía una web argentina por aquellas fechas "Hay
diferentes versiones acerca del uso de "don", una de ellas por origen
noble, y más tarde por quienes tuvieran un bachillerato o estudios
universitarios".
Antiguamente, para acceder a cualquier título que
no fuera dado directamente por el Monarca, quienes creían tener méritos
suficientes podían solicitarlo previo a un juicio de limpieza de sangre,
cuyos resultados no eran los esperados (por aquello de la evolución
desde los homínidos-primates). Cuando el título era concedido por el
Rey, que generalmente lo daba en compensación a un hecho destacado, se
les llamaba "nobleza de obra" por no ser herencia como en el caso de la
"nobleza de sangre".
Por último debemos apuntar que la injusta
delimitación entre las clases del referido Antiguo Régimen: Nobleza,
Clero y Pecheros (más tarde Estado llano), herencia desde derecho
romano, resultaría ridículo para un antropólogo o pre historiador por
cuánto el origen biológico de la vida fue común para todos y por muy
largo espacio cronológico (millones de años) que fue nefasta durante la
"oscura noche de los tiempos" y en condiciones de vida tan precaria que
se hallaba más próxima al ser irracional de procedencia que al
propiamente humano.
Por tanto, obvia decir que la sangre es roja para
todos y los impuestos también, incluso para aquellos que componían la
nobleza privilegiada de antaño, y que todos debemos apechugar a
Hacienda, ahora más que nunca se supone.
* NOTA: Este artículo fue publicado en la web del periódico La Opinión de Tenerife (laopinion.es) y, al parecer, por error tipográfico, se respeta el concepto "percheros" si bien corresponde a "pecheros" - El autor
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